EN BUSCA DE LA ÚNICA Y VERDADERA IGLESIA DE JESUCRISTO

Por Gerardo Cartagena Crespo




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PRIMERA PARTE

--Buenos días Francisco. ¿Cómo amaneciste hoy?

--Gracias a Dios, muy bien. ¿Y tú, Luis?

--Muy bien… Francisco, en estos días he estado meditando mucho sobre los debates que se llevaron a cabo entre ustedes los católicos y los protestantes. Debo confesar que estuvieron muy interesantes e instructivos. Y, como tú bien sabes, aunque yo no soy persona religiosa, ni creo en Dios, me han logrado aclarar muchas falsas ideas que tenía sobre la Iglesia Católica, y, aunque quedan muchas lagunas que llenar y aclarar, veo que con relación al protestantismo han sido bastantes convincentes y sólidos tus argumentos. Pero creo que has sido un tanto duro con ellos, y creo que la verdad muy cruda hiere de tal manera que… Bueno, lo que quiero decir es que la verdad a veces hay que atemperarla un poco para que no resulte tan dura y sea fácil de digerir. ¿No lo crees?

--Si el decir la verdad es ser duro, pues sí, reconozco que he sido duro, y de hecho puedo ser más duro.

--¡Ah, sí! ¿Cómo?

--Los evangélicos y otras sectas se jactan de que el protestantismo surgió como reacción justa contra las "injusticias" y "crueldades" de la Iglesia Católica. Que Dios llamó a Martín Lutero para restaurar y sacar a luz el Evangelio auténtico que por siglos la Iglesia Católica había obscurecido y corrompido. Que ellos son ahora los legítimos y auténticos representantes de Cristo llamados a predicar el "evangelio completo". Y basados en estas premisas han montado toda una teología que pretenden apoyar en la Sagrada Escritura.

»Pero la Sagrada Escritura dice claramente todo lo contrario. La Biblia dice bien claro que Cristo fundó su única Iglesia (Mateo 16, 18; Hechos 20, 28); la Biblia dice, con toda luminosidad, que la intención y voluntad de Cristo es que esa Iglesia predique el Evangelio por todo el mundo a toda la creación y se hagan discípulos de todos los pueblos hasta los confines de la tierra (Mateo 28, 18ss; Marcos 16, 15-16; Hechos 1, 6-8). Y vemos en Efesios 3, 8-11 que esa Iglesia cumple con toda verdad su misión de ser la portadora de la Buena Noticia de Salvación, dando a conocer la sabiduría que estaba escondida en Dios a toda la creación. Por eso, en 1Timoteo 3, 15, la Iglesia fundada por Jesucristo es proclamada como la base y el fundamento de la verdad.

»Si tomamos todos estos textos globalmente (no aisladamente como hacen los protestantes para justificar la división, y con ello la confusión y el caos, el sectarismo y la anarquía), con toda verdad puedo afirmar bíblicamente lo siguiente: Si la Iglesia fundada por Jesucristo en persona (es decir, no por medios humanos) es llamada a predicar el Evangelio por todo el mundo, a toda la creación; si la Iglesia única de Cristo es la única encargada de dar a conocer los misterios de Dios; si la Iglesia que Cristo adquirió con su propia sangre es la base y el fundamento de la verdad, es porque ella va a cumplir, y de hecho ha cumplido con toda fidelidad (a pesar de los errores y horrores humanos) la predicación y propagación del Evangelio de Jesucristo. Por consiguiente, esta Iglesia tiene que haberse dejado ver y sentir a lo largo de los siglos hasta hoy, y lo continuará hasta el fin del mundo.

»Luego, esta verdad bíblica debería ser para todos los cristianos y no cristianos que quieran buscar la verdad de la Iglesia de Jesucristo, un signo infalible que les conduzca a esa Iglesia.

»Si esta Iglesia tiene el poder, la autoridad y el mandato de predicar la Buena Nueva por todo el mundo, y si yo creo en el poder divino de Cristo y de su infalibilidad, pues he de suponer, por encima de las limitaciones humanas, que esa Iglesia sí podrá cumplir con esa misión a lo largo de los siglos. Por tanto, es una contradicción el decir y enseñar que el cristianismo primitivo se corrompió, adulteró la doctrina, por lo que se apartó de la verdad. Por consiguiente, bíblicamente hablando, quienes enseñan y promueven este disparate, son unos blasfemos contra Cristo y contra este Libro que dicen defender. Ya por ignorancia o a sabiendas, son unos mentirosos y, sin darse cuenta, instrumentos de Satanás que, con mentiras y calumnias contra la Iglesia fundada por Jesucristo, han promovido la división y el caos en el cristianismo...

--Upsss. Palabras fuertes. Creo que a algunos les estará resonando los oídos.

--Pues si estas últimas palabras que he dicho son duras y ofensivas, más duro y ofensivo es decir que Cristo se equivocó y erró en su intención y misión.

--Y en qué tú te basas para lanzar esa acusación -interviene Samuel, quien se había acercado a la mesa para escuchar.

--En las predicaciones y comentarios que he escuchado de los pastores, ministros y demás feligreses protestantes -continúa Francisco-; y en lo que enseñan en sus libros, por ejemplo este que tengo aquí de Luisa J. de Walker, titulado ¿Cuál Camino?, el cual quiero leer y analizar con ustedes para que veamos los disparates que se dice contra la Iglesia fundada por Cristo, y contra el mismo Cristo.

»Así, pues, nos veremos aquí al medio día, pues ya es hora de entrar a trabajar.

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--Con relación a la Iglesia fundada por Jesucristo -comienza a hablar Francisco-, desde la página 16 a la 17 ella dice lo siguiente: «Es importante recordar que durante más de mil años, la Iglesia fundada por Jesucristo era una; no era ni católica romana, ni ortodoxa griega, ni protestante, sino sencillamente cristiana.»

»Aquí comienza ella diciendo un disparate histórico que aun los enemigos de la Iglesia la desautorizan. Pues, dice ella que por más de mil años, la Iglesia fundada por Jesucristo era una; no era ni católica romana,… Contrario a lo que ella afirma, la Iglesia Católica Apostólica y Romana sí estuvo presente durante estos primeros mil años y mantuvo una influencia y hegemonía poderosa como la única Iglesia cristiana fundada por Jesucristo.

»A continuación veremos como ella sin darse cuenta da testimonio de esta verdad, auque sea para destruir esa misma Iglesia. Aquí es donde los protestantes contradicen gravemente las Sagradas Escrituras y desautorizan las promesas de Jesucristo, para luego tratar de justificar el origen puramente humano del protestantismo.

»Luego continúa añadiendo que esa Iglesia, la que Cristo fundó no era ni ortodoxa, ni protestante (incluiremos aquí las más de cuarenta mil sectas e iglesias). En esta última afirmación tiene ella la razón.

»Ahora bien, según esta tesis si nos dejamos llevar por las promesas infalibles de Cristo, ¿cuál es y dónde está esa Iglesia hoy día? Si la Iglesia de Jesucristo tiene una misión que cumplir, ¿cómo es posible que algunos aseguren, por el capricho de justificar el origen humano del protestantismo, que la Iglesia dejó de cumplir con tan trascendental misión tirando por tierra, desprestigiando y ridiculizando ante los enemigos de la fe cristiana, la persona de Cristo?

»Si esto no es suficiente, veamos lo siguiente. Hemos visto que esta autora está hablando de la Iglesia fundada por Cristo. Pues, de esta misma Iglesia continúa ella, con sus disparates y contradicciones, diciendo:

»"Durante ese milenio (refiriéndose al primer milenio de la historia de la Iglesia) fueron desarrollándose ciertos elementos y tendencias dentro de la Iglesia, que fueron los que finalmente tuvieron como consecuencia la ruptura.”

»Y nos debemos preguntar, ¿cuáles fueron esos elementos que provocaron la ruptura de la Iglesia con el Evangelio de Jesucristo? Pues, ella misma da la respuesta.

»"Estos fueron mayormente la degeneración doctrinal, moral y espiritual de la Iglesia y la ambición de sus dirigentes".

»Esta tesis que, más que una verdad histórica es un sofisma, es decir, se toman algunos elementos ciertos para montar y desarrollar una falacia, una invención histórica como si ello hubiese sido un acontecimiento universal en la Iglesia. Sofisma que apoya sobre la base de otros autores protestantes, no sobre el fundamento de las Sagradas Escrituras, que es donde debemos buscar para ver si la Biblia dice o enseña o, por lo menos insinúa como advertencia que la Iglesia fundada por Cristo, aun a pesar de todas las promesas ya señaladas, se va a corromper y apartar de la Verdad.

--Bueno -interviene Aníbal, que también se ha unido al grupo para escuchar y exponer su criterio-, la Biblia dice en segunda carta de San Pablo a Timoteo capítulo 4, versículos del 1 al 4 que en los últimos tiempos los hombres ya no soportarán la sana doctrina, sino que se buscarán maestros conforme a sus pasiones y deseos. Se apartarán de la verdad, para dar oídos a cuentos. ¿No crees que esta advertencia de Pablo sea una clara evidencia, aunque indirecta, de lo que va a acontecerle a la Iglesia?

--Sí, tienes razón. Es una clara evidencia de lo que va a acontecer en la Iglesia, no a la Iglesia; no como tú pretendes interpretarlo para argumentar la tesis protestante, sino para advertir a la Iglesia contra los enemigos internos y externos que harán todo lo posible por destruirla.

»¿Ya te has olvidado de los textos que en otra ocasión mencioné y que tratan de esto mismo?

--Pues, ¿por qué no los repasamos? -aconseja Cristal-. Puesto que al parecer se han olvidado de este detalle.

--Como siempre -añade Ana-. Y creo que por pura conveniencia.

--Primero -comienza a leer Cristal-, dice San Juan en su primera carta, capítulo 2, del 18 al 19: «Hijitos, ya es la última hora; y han oído que el anticristo viene, pero ya han venido muchos anticristos; por esto comprobamos que es la última hora. Ellos salieron de nosotros, pero no eran de los nuestros; porque si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros; pero salieron para que se viera que no todos son de los nuestros.»

»Y San Pablo nos advierte que: «Yo sé que después de mi partida se meterán entre ustedes lobos voraces que no perdonarán al rebaño; y de entre ustedes mismos surgirán hombres que enseñarán doctrinas perversas y arrastrarán a los discípulos tras sí.» Esto lo leemos en Hechos 20, 29-30.

»Luego San Pedro en su segunda carta, capítulo 2, versículos del 1 al 3, nos aclara que: «En el pueblo de Israel hubo también falsos profetas, como habrá entre ustedes falsos maestros, que introducirán sectas perniciosas, y, renegando del Señor que los redimió, se acarrearán una rápida destrucción. Muchos los seguirán en su vida viciosa y por su culpa será desprestigiado el camino de la verdad. Y por amor al dinero abusarán de ustedes con discursos engañosos. Pero la condenación los espera a ellos sin remedio, ya que desde hace mucho que están condenados.»

»Estos textos -continúa Cristal-, al igual que el que tú leíste, de ninguna manera señalan, dicen o enseñan que la Iglesia fundada por Jesucristo se corromperá y se apartará de la verdad, sino que son advertencias de que en la misma Iglesia se meterán, y de ella misma surgirán hombres que, apartados de la voluntad de Dios, enseñarán e introducirán doctrinas perversas. Doctrinas que serán destruidas y arrancadas de la Iglesia por el poder del Espíritu Santo en la Iglesia. Y esta es promesa de Cristo, no de cualquier hombre.

»Y añado más, con la misma dureza de Francisco: Ustedes se jactan de ser la Iglesia de Cristo para restaurar la verdad por tanto tiempo olvidada, pero la misma Biblia me dice y advierte todo lo contrario, que serán los que salgan y surjan de la Iglesia que Cristo fundó los que enseñarán doctrinas perversas y de demonios para engañar a los hombres. Y si miramos bien, fueron ustedes, los protestantes, los que salieron de la Iglesia Católica con enseñanzas y doctrinas diferentes de las que por siglos se había enseñado (para referencia lean Gálatas 1, 6-9). Por lo que si hablamos de doctrinas de hombres y de demonios (como ustedes acusan a la Iglesia Católica de serlo), la verdad histórica y bíblica es que el protestantismo no está nada bien parado ante estas verdades.

--Bravo, Cristal, has hecho una muy buena y acertada exposición de la realidad histórica y bíblica que debiese ser luz para los que buscan la verdad -dice Francisco.

--Yo me mantengo en la idea de que la Iglesia Católica enseña doctrinas de error -insiste Aníbal no queriendo dar su brazo a torcer a pesar de las evidencias bíblicas e históricas que prueban hasta la saciedad la verdad católica.

--Bueno. Este debate como los anteriores pinta que va a estar muy interesante, pero las labores deben continuar -dice Antonio-. Así, pues, tendremos el resto del día hasta mañana para reflexionar sobre lo que se ha dicho hasta ahora.

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--Luego de analizar lo que dijo Aníbal ayer (de que se mantiene en su posición contra la Iglesia Católica) y todo lo que se ha dicho hasta este momento en todos los debates -comienza Luis a hablar-, y el modo cómo estos se han ido desarrollando, he llegado a la conclusión de que los protestantes no quieren admitir la verdad católica no porque se apoyen en la Biblia, sino por el odio que sienten hacia la Iglesia Católica...

--Nosotros no tenemos odio hacia los católicos -trata de aclarar Samuel.

--No me refiero a los católicos, sino hacia la institución Católica como tal. Todo lo que suene a católico romano es falso, antibíblico y diabólico.

--Creo que Luis ha dado en el clavo -añade Francisco-, y creo que esta realidad y verdad es la que mantiene a muchos incapacitados para ver y para aceptar (cuando logran ver algo), la verdad católica.

»Pero sigamos adelante con la tesis de Luisa J. de Walker. Ella continúa diciendo que «durante los primeros tres siglos, la persecución ayudó al cristianismo a conservarse puro y relativamente libre de hombres ambiciosos…»

»Bueno, en honor a la verdad, en cuanto que el cristianismo se conservó puro (y se conserva puro hoy en día y hasta el fin del mundo), eso es verdad con relación a la doctrina, a la moral y a la espiritualidad. Pero en cuanto al comportamiento humano (que es donde la Iglesia tiene sus grandes crisis y contradicciones), aquí es donde la autora se equivoca. Si lo dudan, lean y analicen los libros del Nuevo Testamento, sobre todo las cartas de San Pablo, y veremos los conflictos y las luchas, las advertencias y amonestaciones, las peleas y contiendas que se suscitan en las mismas comunidades cristianas en las que el apóstol ha tenido que intervenir infinidad de veces para llamar la atención y al orden.

--¿No crees que con esta admisión de culpa te estás parando sobre arenas movedizas y estás echando leña al fuego? Pues, si la Iglesia desde sus comienzos manifiesta elementos de corrupción, es porque algo no anda bien.

--Bueno, Luis, si lo vemos con los ojos nublados por la hipocresía del mundo que pretende que la Iglesia sea una institución compuesta por ángeles, ése sería el caso; habría que darte la razón. Pero la realidad es que la Iglesia que Cristo fundó no la hizo exclusivamente para los santos, sino sobre todo, para todo hombre y mujer que, con sus debilidades y flaquezas quieran ingresar a ella para ser sanados por la Sangre de Cristo, por los méritos de Cristo que se nos da por medio de los Sacramentos. Luego, si hay quienes dejándose llevar por sus flaquezas humanas deja de cumplir lo que la Iglesia le pide, y comienza a dar escándalos, ello es su culpa, no de la Iglesia que siempre estará llamando al arrepentimiento y conversión al descarriado.

»Ahora bien, esta crisis, que lamentablemente irá agudizándose según la Iglesia se expanda y crezca no es motivo para que la Iglesia se corrompa y se aparte del camino de la verdad, pues es promesa de Cristo de que se mantendrá fiel a la verdad recibida de Dios. Esto, que es imposible para este mundo que no cree porque ya no tiene fe, es totalmente posible para Dios quien lo estableció y prometió.

--Así es -asegura Luis-. 

--Totalmente de acuerdo -expresa con una sonrisa, Cristal-.

--Pero continuemos leyendo: «Luego sucedió lo que parecía ser un triunfo, pero en la realidad, produjo resultados desastrosos dentro de la Iglesia. En el año 312 d. C., el emperador Constantino vio en el cielo una cruz luminosa con las palabras latinas “In hoc signo vinces” (“Con esta señal vencerás”). En la batalla, puso su fe en el Dios de los cristianos y triunfó. De inmediato puso fin a la persecución y a partir de entonces apoyó el cristianismo, haciéndolo la religión oficial de todo el Imperio Romano.»

»Mientras que para los protestantes este hecho resultó en un desastre para la Iglesia,…

--Claro, si con ello ponen las bases para apoyar su tesis y así probar y justificar el protestantismo -advierte Cristal.

--…para los católicos es el resultado lógico, manifestado en la voluntad de Cristo, de que su Evangelio debe llegar a todos los pueblos hasta los confines de la tierra; es el resultado inequívoco de la intervención de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen a la plenitud de la verdad (1Timoteo 2, 4).

--Sí, pero, es una verdad claramente manifiesta que con el emperador Constantino se empezó a inmiscuir la política imperial en los asuntos de la iglesia; la iglesia comienza a adquirir poderes que antes no tenía; se empiezan a infiltrar elementos y creencias paganas que van socavando la verdad de la iglesia hasta corromperla y apartarla de la verdad -añade Aníbal.

--A eso es a lo que me refiero cuando digo que ustedes tiran por tierra y blasfeman del Espíritu Santo y su Iglesia -dice Francisco-. Blasfeman terriblemente contra Cristo (a quien dicen amar), y blasfeman contra la Biblia (de quien confiesan es la única que contiene la verdad que hay que creer), pero a la hora de la verdad ni le creen a Cristo (que es el que promete infaliblemente), ni le creen a la Biblia (que es la que contiene esas promesas).

--!Amén¡ -exclaman algunos de los presentes-.

--Pero, sigamos adelante: Continúa diciendo Luisa J. de Walker: «La decadencia de la iglesia empezó cuando millares de personas se bautizaron y fueron recibidas como miembros de ella sin haberse convertido verdaderamente,… Hubo hombres ambiciosos y sin escrúpulos que empezaron a buscar puestos en la Iglesia para obtener influencia social y política, o para gozar de los privilegios y del sostén que el estado proveía para el clero. De esta manera las formas, los ritos, las ceremonias y las creencias del paganismo se iban infiltrando en la Iglesia cristiana… (por lo que) se había iniciado una larga historia de asociación con otras religiones que apartaría a la Iglesia Católica Romana del camino verdadero.»

»Aunque en parte ella tenga razón en su planteamiento, la verdad bíblica es que la Iglesia que Cristo fundó superó (y superará) cualquier crisis e intervención que ponga en peligro la verdad del Evangelio a ella encargada. Y esto es promesa de Cristo.

--¡Alabado sea Jesucristo! -con júbilo exclama, Antonio-. 

--Ahora bien -continúa Francisco-, al final de su exposición ella afirma como realidad histórica (y el pensamiento protestante en general es este) que la Iglesia que Cristo fundó permitió que «de esta manera las formas, los ritos, las ceremonias y las creencias del paganismo se iban infiltrando en la Iglesia cristiana… (por lo que) se había iniciado una larga historia de asociación con otras religiones que apartaría a la Iglesia Católica Romana del camino verdadero.»

»Es curioso -continúa aclarando Francisco- que después de asegurar que el catolicismo no tiene que ver nada con la Iglesia cristiana primitiva (y nada menos que por espacio de mil años), ahora resulta que la Iglesia Católica es realmente la Iglesia primitiva, la Iglesia que Cristo fundó, pero que se corrompió y se apartó de la verdad.

»Luego, vemos que ni los historiadores protestantes, ni los protestantes en general se ponen de acuerdo en cuanto a lo que realmente pasó. Para ellos con tal de sostener y apoyar el protestantismo cualquier teoría, por más absurda y ridícula que sea, es válida…

--Muy bien, Francisco -interviene Juan-. Hay muchas ideas que muy bien has aclarado, pero… antes de yo dar el paso decisivo me gustaría ver como tú puedes establecer una relación directa de la Iglesia primitiva con la Iglesia católica.

--Bueno. Si todo lo que se ha dicho hasta ahora no te convence del todo, entonces… Bueno. Voy hacer un análisis bíblico que sé nos llevará a donde tú quieres. Pero ello me tomará tiempo. Así pues, espero que seas paciente.

--No importa. Hay cosas tan importantes en la vida que merecen que se les dedique todo el tiempo necesario, y creo que este es uno de ellos.

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--Para satisfacer la inquietud de Juan y dar luz a los que están dispuestos a aceptar la verdad, desarrollaré la siguiente enseñanza bíblica con relación a la Iglesia a modo de esquema.

»Antes que nada y a modo de introducción diré que, hay que tener muy en cuenta que para entender una doctrina bíblica, primero hay que buscar todos los textos relacionados, y luego estudiarlos y reflexionar en ellos como un todo, no aisladamente. Esto es sumamente importante si queremos conocer y entender lo que la Biblia realmente quiere enseñar sobre un tema en específico.

»Y eso es lo que vamos a hacer para descubrir cuál es la única y verdadera Iglesia de Jesucristo.

--Yo creo que la verdadera Iglesia de Jesucristo está en todos los que profesamos la fe en él -dice Aníbal-. Somos todos los cristianos que confesamos su Nombre.

 --Esa afirmación hay que ver si realmente se apoya y tiene fundamento bíblico. Porque aunque parece ser cierta, está cargada de contradicciones que no encajan para nada con la doctrina bíblica que encontramos sobre la Iglesia.

--¿Qué pruebas, argumentos o evidencias tienes para sostener dicha afirmación? -Interviene Samuel-. ¿Qué problema puede haber entre los que creemos en el mismo Señor y Salvador Jesucristo?

--Bueno. Una cosa es creer en el mismo Señor y Salvador Jesucristo, y otra cosa muy distinta es lo que creemos sobre lo que es y enseña Jesucristo. ¿Cuál versión e interpretación del Evangelio de Jesucristo, entre tantos que hay, es el correcto? Luego, ante esta realidad se impone la necesidad de indagar y buscar en la Biblia y la historia la verdad de los hechos.

»El siguiente esquema que voy a desarrollar me dará la razón y confirmará mi planteamiento. Y es el siguiente:

»I. Comencemos preguntándonos si Cristo quiso la Iglesia.

»Si Cristo quiso la Iglesia, hay que ver si Cristo fundó la Iglesia.

»Para los que creemos que nuestra respectiva iglesia es la de Cristo, esta afirmación es de suma importancia dejarla totalmente establecida. De lo contrario ninguna iglesia en particular podrá adjudicarse el título de ser la verdadera Iglesia de Jesucristo, por lo que habría que admitir que Aníbal tiene razón en afirmar que todos los que profesamos la fe en Cristo, independientemente de la iglesia a la que se pertenezca, formamos la Iglesia de Cristo.

»II. Una vez establecida como verdad bíblica esta afirmación, la siguiente pregunta se hace inevitable y obligadamente debe ser confirmada: ¿Cómo Cristo quiso y quiere que sea su Iglesia?

»Si Cristo fundó la Iglesia hay que ver cómo queda ésta constituida. Es decir, cómo la Biblia describe y define debe ser la Iglesia de Cristo.

»Este segundo punto lo considero el más importante, porque nos dejará ver, fuera de toda duda, la realidad y verdad de cómo es la verdadera Iglesia de Cristo. Gracias a ello podremos fácilmente identificarla, aunque hayan cien mil que se digan ser la de Cristo. Y finalmente:

»III. ¿Por qué y para qué Cristo quiso y quiere la Iglesia?

»Nos dejará ver y entender cuál es la función y razón de ser de la Iglesia en la obra de la Salvación. Su misión y propósito.

--Bueno. Yo sigo insistiendo que todo el cristianismo es la Iglesia de Jesucristo, y no hay que buscar nada más.

--Yo creo, y alguno pensará que no debo meter la cuchara en este guiso que se está cuajando -dice Luis-, que si todas las iglesias predican al mismo Cristo, y todas se esfuerzan por hacer el bien, y en todas hay personas buenas, por lo que entiendo todas tienen algo de bueno… ¡¿Qué más da ser de una que de otra?!

»¿Por qué esas discusiones absurdas, y en muchas ocasiones hasta contradictorias y ridículas entre quienes se dicen ser seguidores y creyentes en Cristo?

»Por eso a mí el cristianismo no me convence para nada. Como bien dijo Gandhi en una ocasión: «Yo creo en Jesucristo, pero no en los cristianos.» Yo podré dar crédito a Cristo en lo tocante a lo moral y en su lucha contra las injusticias, pero hacerme cristiano y pertenecer a una iglesia… eso no. No me convencen para nada.

--Luis, entiendo tu posición y has dado en el clavo de la verdad histórica del cristianismo actual. Es por eso que quiero hacer este análisis bíblico, para que veamos que el cristianismo actual, en su infinidad de divisiones no encaja con la definición bíblica de la Iglesia. Si muchos como tú no creen en el cristianismo, es porque éste no se identifica plenamente con la definición bíblica de lo que debe ser y, de hecho es la Iglesia de Cristo.

--No estoy de acuerdo con tu planteamiento, y ello me demuestra a las claras que no estás siguiendo ni dejándote llevar por la verdad bíblica - objeta Aníbal.

--Vamos a dejar que Francisco exponga sus argumentos, y luego ya veremos y juzgaremos si se está dejando llevar por la Biblia o por puras interpretaciones humanas -aconseja Samuel.

--Eso lo dices porque ya te han casi convencido -advierte David.

--Lo que sí sé es que quiero ser sincero, y ante la verdad hay que serlo. De lo contrario, sería un hipócrita.

--Bueno, vamos a parar aquí que quiero escuchar a Francisco y ver sus razones -añade Juan.

--Pues bien. Para apoyar mis afirmaciones lo haré sobre los siguientes texto bíblicos, los cuales darán fuerza y luz sobre lo que voy a decir. Estos textos, tengámoslos muy en cuenta, nos darán luz y fundamento a lo que voy a exponer.


»En la primera carta de San Pablo a Timoteo, capítulo dos, versículo cuatro leemos que Dios quiere la salvación de todos los hombre y que lleguen a la verdad. Esta es una verdad fundamental expresada y predicada en todo el contexto bíblico.

»Ahora bien, ¿cuál verdad?

--Bueno… la verdad del Evangelio -responde Aníbal.

--Sí, pero, vuelvo y pregunto, ¿cuál evangelio? ¿el que interpretan los pentecostales? ¿el de los luteranos? ¿el de los bautistas? ¿el de los adventistas, testigos de Jehová o mormones? Sigo preguntando, ¿cuál verdad? ¿cuál evangelio?

--Pues, el que encontramos en la Biblia.

--Sí, pero… vuelvo y pregunto, ¿cuál versión?

--¿Cómo que cuál versión? El único que existe.

--A la verdad que ustedes tienen un serio problema de identidad religiosa y de fe. Ustedes están tan acostumbrados a la variedad que no se dan cuenta que están promoviendo y defendiendo una doctrina que contradice la Sagrada Escritura. Y luego se llenan la boca diciendo que los católicos seguimos doctrinas de hombre, cuando la verdad es todo lo contrario. Para que lo capten más fácilmente: si existe un solo Evangelio, una sola verdad, ¿por qué existen más de cuarenta mil sectas e iglesias separadas? Pues si están separadas es porque cada una interpreta la Biblia a su manera. Es decir, hay más de cuarenta mil versiones o interpretaciones del único Evangelio de Jesucristo. Por lo tanto, más de cuarenta mil interpretaciones humanas que no son otra cosa que enseñanzas de hombres; pues son los hombres los que se contradicen, no Dios. Por consiguiente, vemos una total contradicción a lo que Dios quiere. Por eso son muchos los que, como Luis, el cristianismo no les convence.

»Esto me lleva a la conclusión de que si Dios quiere que todos los hombres conozcan la verdad y en ella alcancen la salvación, él debió haber dejado unas evidencias claras en la Biblia para descubrir esa verdad en su totalidad.

--Yo, como Aníbal, entiendo que la verdad total se encuentra en todos los que profesamos la fe en Jesucristo -dice David.

--Eso es un tremendo y espantoso disparate -objeta Francisco.

--En qué te basas para expresarte así -le cuestiona Aníbal.

--...El hecho mismo de que el cristianismo está dividido es porque no hay conformidad ni unidad en lo que se cree -inicia Francisco su explicación-. Cada grupo cree tener la verdad total, y eso es imposible. Es como decir y afirmar que las matas de plátanos echan racimos de guineos. La única verdad aquí es que, o la mata es de guineo (si los racimos son de guineo), o los racimos son de plátanos (si la mata es de plátano).

»Además, esa afirmación da al traste con esta otra verdad bíblica que encontramos en primera de los Corintios 14, 32-33 en donde se dice que Dios no es Dios de desorden, sino de paz. Y el cristianismo en su forma actual es una total contradicción a esta verdad. Es un rotundo desorden, un caos, un no a la Verdad Absoluta.

»Luego, Dios debió haber querido y hecho de un modo ordenado, que la verdad del Evangelio llegue con toda la claridad posible a todos los hombre y mujeres del mundo entero. Y basado en esta premisa voy a demostrar la verdad de este hecho en la Iglesia de Cristo.

»Primero. Pasaré a demostrar bíblicamente la institución de la Iglesia.

»En el evangelio de Mateo 16, 13ss leemos: «Llegado Jesús a la región de Cesárea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?” Ellos dijeron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas.” Díseles él: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” Simón Pedro contestó: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.”

Replicando Jesús le dijo: “Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas 
del Hades no prevalecerán contra ella.”»

»Ahora bien, ¿en qué parte del texto leído podemos ver y deducir o concluir que Cristo fundó su Iglesia?

--En donde dice: «edificaré mi Iglesia» -responde Cristal.

--Si, pero, esa pudiera ser una mera interpretación -indica David.

--Entonces, ¿qué significa edificar? -interroga Francisco.

--Construir. Hacer algo nuevo anteriormente no existente -responde Luis.

--Luego, si edificar es hacer algo nuevo, realizar una empresa aún no existente, entonces Cristo sí, bíblicamente hablando, está construyendo una Iglesia; está fundando su Iglesia.

»Luego, es verdad bíblica que Cristo instituye, funda, hace, construye su Iglesia.

»¿Y cómo lo hace? En Hechos 20, 28 dice que fue con su preciosa sangre derramada en la cruz.

»Y esta Iglesia construida y adquirida con la Sangre de Cristo constituye y forma el nuevo Pueblo de Dios, como muy bien se expresa San Pedro en 1ra. de Pedro 2, 9-10. Y lo mismo leemos en otros textos de la Escritura.

»Luego, la conclusión lógica que se desprende de esta realidad y según la Biblia, es que la verdadera y única Iglesia de Jesucristo es la que él mismo fundó.

»Luego, esa Iglesia es una y única.

--Pero esa Iglesia, sigo insistiendo, son o somos todos los que profesamos la fe en Jesucristo, y que hemos sido lavados con su preciosa sangre y constituidos como el nuevo Pueblo de Dios.

»Por lo tanto, de esa verdad bíblica no se puede deducir que Cristo haya fundado una Iglesia en particular como sería la católica, la ortodoxa, la luterana, bautista, pentecostal, etc. Sino que todos los cristianos conformamos esa Iglesia.

--Y me sigues confirmando lo ya dicho anteriormente -dice Francisco-. Luego, Cristo quiso y quiere la división, el desorden, el caos, la confusión, la anarquía… Todo lo contrario y opuesto a lo que enseña la Biblia de que Dios es Dios de orden y quiere que todos conozcamos la verdad.

»Pero, ¿cómo se puede conocer y llegar a la verdad con tanta división, desorden y confusión?

»Por eso, para saber si tu planteamiento es el correcto o el mío, entraremos a responder a la segunda pregunta de este esquema.

»Ya hemos establecido fuera de toda duda que Cristo fundó su Iglesia, por lo tanto, la verdadera y única Iglesia de Jesucristo es la que él mismo fundo. Verdad fundamental que, unido a lo que voy a decir a continuación nos dejará ver con toda claridad cuál es esa Iglesia.

»Ahora bien, voy a dejar establecido, con toda la claridad posible el cómo quedó y está constituida esa Iglesia. Qué descripción me da la Biblia de cómo es esa Iglesia.

»En el Evangelio de Juan 17, 20ss., Jesucristo dirige una oración al Padre con un contenido teológico de gran profundidad. Entre otras cosas dice y pide al Padre lo siguiente: «No ruego solamente por ellos, sino también por todos aquellos que por su palabra creerán en mí. Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mí, y yo en Ti. Sean también uno en nosotros…»

»¿Quiénes son ellos? -pregunta Francisco.

--Según el contexto, los apóstoles reunidos en la Última Cena -responde Samuel.

--Y ¿quiénes son aquellos que por su palabra creerán en Cristo? -vuelve a preguntar Francisco.

--Todos nosotros, los que hemos creído en la predicación de la Palabra
de Dios -responde Aníbal.

 --Y ¿qué significa el que todos sean uno? -sigue interrogando Francisco.

--Ya veo por donde vas. Además, ese ser uno todavía encaja en mi definición de que la Iglesia la conformamos todos los creyentes en Cristo.

--Entonces, ¿qué sentido tiene y qué significa el que Cristo haya añadido a reglón seguido: «como Tú, Padre, estás en Mí, y yo en Ti. Sean también uno en nosotros?»

»Creo y según el contexto Cristo se está refiriendo no ya a una unión puramente artificial o abstracta, como el que tú quieres defender para justificar la anarquía protestante, donde la división da al traste con lo que es y debe ser el sentido de unidad. La unidad a la que Cristo se refiere es la unidad de esencia, donde no puede existir división material ni formal.

»Así, pues, creer que donde hay y se mantiene la división, la anarquía, la confusión, aun así se puede dar la unidad, es un tremendo disparate. Aunque se inventen formulas que pretendan minimizar el daño, como los llamados concilios de iglesias y otros, la unión, tal y como la define y exige Cristo, no puede darse.

»Entonces, la razón por la que Cristo exige que la unión de los que han de creer en él debe ser como la unión del Padre y el Verbo, es para que, como dice el texto a reglón seguido: «así el mundo creerá que tú me has enviado.»

»La pregunta aquí sería si el mundo cree en Cristo.

--La verdad es que de los 7,000 millones de seres humanos que viven actualmente en el mundo -responde Samuel-, apenas una quinta parte se considera cristiana.

--Exacto -confirma Francisco-. Y de esa quinta parte de cristianos se estima que entre un 15 a un 20 por ciento asisten al templo.

--Y de esos 15 ó 20 por ciento hay que ver quiénes practican y viven su fe de corazón, y no por mero cumplimiento -añade Antonio.

--Y para terminar -dice Francisco-, analicen en su mente y corazón lo que Cristo continúa diciendo en su oración al Padre:...

--Y para terminar -añade Luis-, si no entramos a trabajar habrá un porciento menos de empleados en esta compañía.



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