¡Francisco! Ven acá. Los otros días te escuché defender algunos puntos de tu fe católica, y aunque fueron algo convincentes, te aseguro que hay otros muchos puntos que no podrás probar.
--Bueno, Samuel, por lo menos he dejado bien claro que no todo lo que se dice contra la Iglesia Católica es verdad. Somos cristianos, y eso no hay quien lo cambie.
»Y te diré más: nuestro Dios no está muerto y creemos en un Cristo vivo, que padeció y murió por nuestra salvación, pero al tercer día resucitó. Casi la totalidad de las afirmaciones de ustedes y de los enemigos de la fe católica contra la Iglesia están plagadas de exageraciones, prejuicios e ignorancia, y en muchas ocasiones se siente y se ve el odio hacia la Iglesia Católica. Y esto último no lo digo por ustedes, pero…
--Sí, pero, cuando yo fui católico jamás escuché un llamado de la iglesia para convertirme a Cristo -cuestiona Juan.
--Perdona, pero estás totalmente equivocado. Con tu cuestionamiento me estás dando la razón en lo que he planteado.
»Para que te enteres (pues veo que hasta ahora no te has enterado ni te ha interesado enterarte, como a muchos otros), el llamado de la Iglesia a la conversión es claro y constante.
»Por ejemplo: En el Adviento la Iglesia nos invita a preparar nuestra mente y corazón para que Cristo nazca en nuestro interior; y sobre todo la Cuaresma es para la Iglesia un tiempo fuerte cuya finalidad es prepararnos, no solamente para conmemorar la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, sino sobre todo, es un llamado fuerte (diría yo extremadamente poderoso) para que dejemos atrás el pecado y nos convirtamos a Cristo; padeciendo y muriendo con Cristo podamos también nosotros resucitar con Él a una vida nueva.
»Me atrevo a apostar que no sabes cuales son las palabras que utiliza el sacerdote o ministro cuando el Miércoles de Ceniza nos impone en la frente las cenizas.
--No, no sé.
--Entonces, ¿cómo te atreves a asegurar que jamás escuchaste un llamado a la conversión, cuando la misma Cuaresma (y a lo largo de ella) es un constante llamado a la conversión?
»Pues, para que te enteres, las palabras que se dicen son: "Recuerda que polvo eres y al polvo volverás". La segunda es: "Conviértete y cree en el Evangelio". Siendo esta última la que más se está utilizando.
»Si tú ibas a la iglesia o templo a dejar tu cuerpo allí sentado y tu mente a pasear por el mundo de los sueños (como hacen muchos), no me extraña que manifieste que jamás hayas escuchado un llamado de la Iglesia a la conversión.
»Por eso, vuelvo y repito, las acusaciones contra la Iglesia carecen de fundamento y están llenas, más que de maldad, de pura y total ignorancia y prejuicios, es decir, se juzga a la Iglesia de acciones malas sin los elementos necesarios o con elementos totalmente falsos…
--Bien, pero te vuelvo a cuestionar lo que te dije al principio -continúa Samuel-, hay ciertas creencias católicas que tú no me podrás probar.
--Bueno, ¿cómo por ejemplo?
--Por ejemplo, María.
»Ustedes dicen y aseguran que ella es la Madre de Dios. ¿Cómo eso puede ser posible, si Dios jamás tuvo principio? Y además, ¿dónde dice eso la Biblia?
--¡Ay Señor, da luz a las mentes cerradas y que no quieren escuchar la verdad!
--¿Por qué dices eso?
--Me vuelves a dar la razón cuando afirmo que los ataques y acusaciones contra la Iglesia Católica, más que por malicia son por pura ignorancia y prejuicios.
»Acabas de afirmar algo que me da a entender tu grado de ignorancia en las verdades de la fe católica y tu falta de elementos ciertos y correctos para hacer un juicio acertado.
»Me explico. Cuando me cuestionas que cómo puede ser María Madre de Dios, si Dios no tuvo principio, estás manifestando tu grado de ignorancia al respecto. Cuando la Iglesia llama a María Madre de Dios, en ningún momento ello indica que María dio origen a Dios. Si fuese así, todas las madres serían diosas, pues para ser consideradas como tal, habrá que admitir que han creado, del modo como Dios crea, a sus hijos.
»Para que lo tengas más claro. Tú tienes una madre, ¿cierto?
--Cierto.
--Y esa mujer es madre de toda tu persona, ¿cierto?
--Bueno, sí.
--Y esa mujer, que es tu madre, con la cooperación de tu padre, formó tu cuerpo, ¿cierto?
--Así es, pero, ¿cuál es tu punto?
--Hacia eso vamos. Esa mujer que es tu madre, formó también tu alma, ¿cierto?
--Eso sí que es falso, pues el alma la creó Dios.
--Entonces, esa mujer, la cual consideras tu madre, es madre de una parte tuya y no de la totalidad de tu ser como persona, pues si ella no creó tu alma, sino Dios…
»Si has captado la idea te darás cuenta que aunque tu madre no creó, no dio origen a tu alma, aun así es madre de toda tu persona, pues el cuerpo solo, sin alma, estaría muerto.
»Por tanto, esta es la idea: aunque llamamos a nuestras progenitoras con el bello término de madre, no con ello estamos asegurando y afirmando que ellas hayan creado nuestras almas, sino por el simple hecho de haber sido concebidos y por espacio de nueve meses habernos desarrollado en su vientre y haber nacido de ellas, tienen ellas todo el derecho de llamarnos sus hijos y nosotros llamarlas madre.
»De igual manera, aunque María no dio origen a Dios, pues Dios es eterno e increado, quien se encarna en Ella, se desarrolla en Ella formando un cuerpo humano, y quien nace de Ella con un cuerpo humano es Dios, el Verbo Eterno, el Hijo de Dios, y por ser Hijo comparte su misma naturaleza, por lo tanto es Dios como el Padre.
»Es decir, si la única Persona operante en Jesucristo es Dios, y Cristo, en sus dos naturalezas, la humana y la divina, no está dividido sino unido, pero no confuso (que como nosotros, seres de alma y cuerpo formamos un ser integrar -en Jesucristo es lo que la Iglesia Católica llama la unión hipostática-), y al nacer Él en su ser integrar de la Virgen María, con mucha razón Ella se puede considerar su Madre, y no la mera madre de un cuerpo; y Él se puede considerar su Hijo. Por lo que nosotros los cristianos la podemos llamar con mucha razón, Madre de Dios.
»Este planteamiento que te acabo de exponer, si es que lo captaste (y te creo persona capaz para ello, de que lo aceptes es otra cosa), te dice y te aclara el porqué esa afirmación de ustedes de que María no puede ser la Madre de Dios, puesto que Dios no tuvo origen, es un juicio falso pues careces de elementos totales o parciales para juzgar de ese modo (eso es un prejuicio).
»Otra cosa. Cuando la Iglesia proclamó el dogma de María Madre de Dios en el Concilio de Éfeso en el 431, su objetivo principal era el de apoyar el dogma de la divinidad de Cristo: que Cristo es Dios. Si Cristo no fuera Dios, la Iglesia no hubiese proclamado el dogma de la Maternidad divina. La maternidad divina de la Virgen María es un fuerte testimonio para la Iglesia de que efectivamente Cristo es Dios.
»Lo hasta aquí que te he expuesto es la razón teológica para decir y proclamar a viva voz que María es real y verdaderamente la Madre de Dios.
--Sí, pero, pruébalo por la Biblia.
--Creo que será para la hora del almuerzo, puesto que ya vamos a entrar -advierte Cristal.
*** *** ***
--Según ustedes -continúa Francisco- lo que no está en la Biblia no puede ser verdad. Tiene que estar en la Biblia para que sea cierto. Esto es otra manifestación de ignorancia y prejuicio que los invade a ustedes terriblemente y no les deja ver la verdad de las cosas.
»Pues bien, existen dos argumentos fuertes en la Biblia que nos dicen que efectivamente María sí es la Madre de Dios. Uno es indirecto y el otro es directo. Veamos.
»El indirecto es el hecho de que el Nuevo Testamento proclama y confiesa la divinidad de Cristo, como por ejemplo el del Evangelio de Juan capitulo 1 versículos 1 y 18.
»Si Cristo es Dios, y Cristo que es Dios nace de la Virgen María, ¿a qué conclusión tu crees se puede llegar?
--Bueno, creo que…¿¡!?
--Respondo por ti: que la misma Biblia manifiesta, aunque de un modo indirecto que María es Madre de Dios, pues si no es Madre de Dios Cristo tampoco es Dios.
»Claro, este argumento es válido y correcto para nosotros que creemos en la divinidad de Jesucristo, pero no lo es para los que niegan el que Cristo sea Dios, como los Testigos de Jehová, quienes aseguran que Cristo es una pura criatura.
»El argumento directo lo hallamos en el Evangelio de Lucas capítulo 1 cuando después del saludo de María a su prima Isabel, ésta le responde…
Si tienes una Biblia, prefiero que lo leas directamente de ella.
--Bueno, tengo esta, Reina-Valera de 1960. Dice en el capítulo 1, versículo 39 en adelante:
«En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elizabet. Y aconteció que cuando oyó Elizabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elizabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor…»
--Déjalo hasta ahí. ¿Qué tú ves o entiendes te indique o manifieste que María es Madre de Dios?
--No sé. Dímelo tú.
--Bueno. Comencemos desde el principio. A María ya se le ha revelado el ángel Gabriel quien, por parte de Dios, anuncia que Ella es la escogida para ser la Madre del Mesías. Así pues, ante el sí claro, sincero, humilde y absoluto de María, el Verbo que estaba frente a Dios, y que era Dios (como bien confiesa el evangelista San Juan 1, 1.14.18) se encarna en las purísimas entrañas de esa Virgen.
»Así que cuando María se presenta ante su prima, no nos debería extrañar que el saludo de María esté cargado de la gracia y bendiciones divinas, pues cuando Isabel (Elizabet en la versión Reina-Valera) se llena del Espíritu Santo y el niño salta de alegría en su vientre, manifiesta el poder transformador que emana de la Virgen por virtud de su Hijo.
--Ajá. ¡Y qué con eso!
--Que la ceguera de ustedes es muy grande…
--¡¿?!
--Pero vamos a lo que quiero llegar, que es probar bíblicamente que María es Madre de Dios.
»Sabemos que en la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento a Dios se le da varios nombres. El principal de ellos YHWH que ustedes traducen por Jehová y nosotros por Yahvé.
»Otro nombre muy común es el de Elohim, muy característico en el Pentateuco hasta la revelación del nombre de Yahvé a Moisés.
»El otro mucho más común es el de Adonai, que para los judíos era el título dado a Dios y que significa: Señor.
»Así pues, para los judíos, Dios, el Elohim era también Adonai, el Señor supremo y dueño soberano de toda la creación.
»Entonces invocar a Dios como mi Señor era y es un acto de fe y de pertenencia a Dios.
»Cuando Isabel (Elizabet) proclama, llena del Espíritu Santo (es decir, un acto de fe no de la carne, sino del espíritu) que "¿por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?", está ella, vuelvo y repito llena del Espíritu Santo, confesando como acto de fe que María es Madre de Dios.
»Al llamarla la Madre de mi Señor, lógicamente se está refiriendo a Adonai, su Señor.
»Y si te queda alguna duda, repasa el versículo 45 del texto ya leído.
--Bueno, dice: "Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor".
--"…Se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor". Tú que te las das de saber mucho de Biblia, ¿a cuál Señor se refiere Isabel?
--(…)
--¿A Dios? -responde otro de los presentes.
--¿A Dios? No. ¡A Dios!
»"Que la madre de mi Señor venga a mí" es la confesión clara y directa en la Biblia, y revelada por el Espíritu Santo por boca de Santa Isabel, de que María es verdaderamente la Madre de Dios.
»¡Está claro!
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