¿SÓLO LA BIBLIA? II

Segunda parte

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Primera parte



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--Oigan compañeros -dice Aníbal a David y a Samuel-, tengan cuidado con las patrañas de Francisco, pues vemos por donde nos quiere llevar para confundirnos. Yo, por mi parte me aferro a la autoridad única de la Biblia…

--Sí, pero, Aníbal -dice Samuel-, respóndeme estas preguntas: ¿Cristo mandó a sus apóstoles a escribir? Los apóstoles, ¿iban con Biblia en mano predicando el Evangelio? ¿Cómo puede ser la Biblia la única autoridad cuándo las primeras generaciones de cristianos no poseían una lista oficial de los libros que hoy consideramos inspirados? ¿A cuál autoridad se aferraban ellos, si no tenían oficialmente una Biblia?

--Pero, Samuel, ¿qué te pasa? ¿no me digas que ya te estás pasando a los católicos?

--No, David, pero quiero que me respondas y quiero estar claro. Creo y entiendo que la clave y solución para muchas de las objeciones de los católicos contra los protestantes con relación a la autoridad única de la
Biblia, es que sepamos hallar y dar respuestas claras y contundentes a estas interrogantes que te acabo de plantear. Si no sabemos, o peor aún, si no podemos hacerlo, creo que estamos en serios problemas para sostener nuestra postura sobre la autoridad única de la Biblia. O sólo la Escritura es una verdad bíblica o si no, estamos parados sobre arena. Y ya saben lo que dijo Jesús al respecto…

--¡Samuel! ¿Qué te pasa? ¿has perdido el juicio? ¿la fe? -objeta Aníbal.

--Veo que Satanás te ha confundido y te está llevando por donde él quiere -asegura David.

--Tal vez. Pero quiero ser lo más objetivo en esto. Si ustedes no saben porque no pueden darme respuestas claras y concretas, ¿quién nos la dará?

--El Espíritu Santo, por supuesto -asegura Aníbal.

--Muy bien. Tú dices y aseguras tener el Espíritu Santo. ¡Pues, entonces, da una respuesta a este hermano tuyo que, según tú, está siendo engañado por el diablo y destrocemos las mentiras de Satanás y démosle a los católicos un revés a sus planteamientos y afirmaciones!

»Tenemos dos opciones: o encararlos y enfrentarlos con respuestas claras y precisas o rendirnos y aceptar que hemos sido derrotados por los católicos…

--¡¿Qué!?

--¡Jamás!

Gritan David y Aníbal.

--No griten que los otros nos están observando -les dice Juan.

--¡Bah! ¡Yo sé donde estoy parado! -asegura David-. Si tú te sientes estar sobre arenas movedizas, eso es tu problema.

--Pues vamos y encaremos sus objeciones y afirmaciones, y veamos sobre qué estamos parados.

--¡Sobre la Roca! -asegura Aníbal-.
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--Perdonen la tardanza -inicia Aníbal el debate-, pero como vieron, estuvimos discutiendo sobre algunos puntos de interés para nosotros. Así, pues… ¿dónde nos quedamos esta mañana? Ah, sí.

»Francisco… este… Tú mencionaste una autoridad extra-bíblica capaz de establecer cuales libros fueron inspirados. Pues… ¿sabes qué? Convénceme.

Y Francisco mirando fijamente a los ojos de Aníbal, dice.

--Aníbal, ¿dónde dice la Biblia que toda ella es la Palabra de Dios? Alguno de los libros inspirados, ¿nos da una lista completa de todos los libros que deben estar en la Biblia?

--Creo que ese planteamiento está de lo más interesante -observa Luis.

--Bueno, no, pero…

--Pero entonces, ¿quién nos asegura y señala cuáles y cuántos libros son realmente inspirados?

--El Espíritu Santo -dice apresuradamente David.

--Sí, el Espíritu Santo. Pero, ¿dónde? ¿Acaso en algún documento literalmente escrito con su puño y letra?

--No literalmente como tú dices, pero sí en el corazón.

--Esa respuesta es muy subjetiva y no resuelve el problema. Para que entiendas: Hay millones de personas que han leído la Biblia y han sentido en ella el llamado de Dios, pero hay otras tantas que la han leído y no han sentido nada. Igualmente, hay libros tanto protestantes como católicos que al leerlos se siente uno inspirado, elevado y llenan a uno de paz y amor, y por eso no decimos ni mucho menos aseguramos que son libros inspirados como los de la Biblia. Mientras hay libros bíblicos, como el Levítico o el de los Números que ni te elevan ni sientes nada. Por lo que ese razonamiento tuyo no es del todo acertado.

»Además, estamos hablando de una lista de libros, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento que fue establecida por alguien. Eso sí, inspirado o inspirados por el Espíritu Santo.

»Tú me preguntas por tal autoridad. Pues bien, mañana por la mañana continuaremos, pues ya vamos a entrar.

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--Buenos días, Ana. ¿Cómo amaneciste hoy?

--Muy bien, Cristal. Aquí pensando en todo lo que se ha dicho sobre la Biblia.

--Me alegro que te hayas interesado.

--¿Sabes? Nunca me había puesto a pensar o a cuestionarme el por qué la Biblia es Palabra de Dios. Siempre lo había dado por hecho. Es decir, creía que era Palabra de Dios porque… me lo habían enseñado así, y ya. ¡Pero como van las cosas!…

--No te preocupes, Ana, yo también pensaba así. Y... ¿sabes qué?

--Qué.

--Que por eso fue que en la universidad aquellos profesores, que en vez de educar y construir, al parecer su único oficio era el de destruir la fe de sus alumnos y, con ello, la moral, el respeto a la religión y la dignidad, lograron debilitar mi fe. Y aunque no pudieron destruirla del todo, sí me hicieron mucho daño con sus objeciones contra la Biblia, Jesús, la Iglesia y…

--Y por eso muchos católicos pierden la fe y se van a las sectas o simplemente dejan de practicarla.

--Hola Francisco. Buenos días. Espero que hoy la cosa se ponga más interesante.

--Ya veremos, Ana, ya veremos.

--Sí, si es que aquellos no se "rajan" y tiran la toalla.

--No lo creo, Cristal.

--Bueno, ya David estuvo a punto de rendirse…

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--David, Samuel, Aníbal -Francisco da inicio al debate-, ¿qué opinan de lo que se ha dicho hasta ahora?

»Y tú Juan, que has estado con nosotros escuchando y hasta ahora no has dicho nada.

--Yo prefiero seguir escuchando.

--Pues bien, recapitulando nuevamente. Concluimos que la Biblia no enseña lo de sólo la Escritura. (Si aún hay dudas al respecto, pruébenme lo contrario. Si no, sigamos).

»Que la profesión de fe de San Pablo de toda Escritura es inspirada por Dios solamente va dirigida al Antiguo Testamento. (Vuelvo y repito: si aún hay dudas al respecto, pruébenme lo contrario. Si no, sigamos). Pero como no hay, bíblicamente hablando, una lista oficial que diga cuáles y cuántos son los libros inspirados, nos tenemos que apoyar en una autoridad extra-bíblica (lógicamente con la ayuda y asistencia del Espíritu Santo), que es la que nos va a dar y transmitir esa lista o canon de los libros que van a formar la Biblia.

»Ahora, la pregunta es: ¿Quién es esa autoridad? Y aquí es donde va haber discrepancias. Pero vayamos a la historia.

»Para la época de los apóstoles se conocían dos listas o colecciones: la de Palestina, de lengua hebrea; y la de Alejandría o de los LXX, de lengua griega.

--¿Por qué de los 70? -pregunta Ana.

--Porque fue traducida del hebreo al griego por 70 sabios.

»Ahora bien, para el año 80 después Cristo, los rabinos judíos de Palestina deciden clausurar la Biblia, o sea, lo que es para nosotros los cristianos el Antiguo Testamento, y con ello decidir cuáles libros estaban inspirados por Dios y cuáles no.

»Al hacerlo dejan fuera de la lista los libros del Eclesiastés y el de Ester. Por esa razón, poco después el escritor judío, Flavio Josefo, cuando enumera la lista de los libros inspirados, no los menciona.

--¿Conoces las razones que tuvieron para dejar fuera esos dos libros? - pregunta Luis.

--Por lo menos del libro de Ester, sí. Pero será para la hora del almuerzo, pues ya es casi hora de entrar.

¡¿Queeee?! ¡Hay, no! A la verdad que el tiempo vuela cuando algo es de lo más interesante -protesta Ana.

--Me alegro por ello, pues así veo que le estás prestando atención. ¿No es así, Cristal?

--Así es.

--Sí, pero… -continúa protestando Ana.

*** *** ***
--Pues, continuando con lo de esta mañana, Luis, te respondo, y, vuelvo a aclarar, aquí sí que va a ver mucha discrepancia. Pero, veamos cómo puedo expresarme lo más claramente posible sin herir.

»Para entender las razones que tuvieron los rabinos judíos del año 80 d.C. para dejar fuera de su Biblia el libro de Ester, hay que entender primero que el libro de Ester más que un libro de historia, es una novela cuyo objetivo era y es llevar una enseñanza religiosa…

--¡¿Qué?! -objeta Aníbal.

--¡¿Tú estás loco?! -le sigue David-. El libro de Ester es un libro histórico, porque es Palabra de Dios, y la Palabra de Dios no miente.

--O sea, si fuese una novela, ¿nos estaría mintiendo? -pregunta Luis.

--¡Sí! Eso es así -responde David.

--David, una pregunta: ¿Qué es una parábola? -pregunta Francisco.

--Bueno, si te refieres a ciertos cuentos, entiendo yo que son como narraciones o cuentos que llevan una enseñanza.

--¿Son narraciones históricas o ficticias?

--Creo que ficticias, pero…

--Si son cuentos no históricos, ¿son verdaderos o falsos? -continúa presionando Francisco.

Silencio.

--¿A qué quieres llegar con eso? -pregunta Samuel.

--Cuando Cristo hablaba en parábolas, ¿estaba mintiendo? Porque si no estaba narrando algo histórico, sino ficticio, según el razonamiento de David, Cristo estaba mintiendo.

--¡Imposible! Eso no es lo que queremos decir.

--¿Entonces?

 --Pues, que el libro de Ester no es una novela -insiste Aníbal.

--Y si fuera realmente una novela, hay que concluir por fuerza que la Biblia nos está mintiendo.
Silencio

--Yo creo que no -dice Cristal.

--¡Bah, hijos del diablo!

--¿Qué te pasa David? ¿No puedes soportar que…?

--Esta bien, Ana, déjalo ir -dice Francisco.

»¿Y tú Aníbal, Samuel… Van a tirar la toalla también?

--Francamente quiero ver tu planteamiento. Si hay algún punto incoherente, por ahí espero agarrarte. Y ya veremos -responde Aníbal.

--Pues, bien. Continuemos.

»Cuando los judíos fueron deportados a Babilonia para el siglo VI antes de Cristo, allí conocieron una festividad muy viva y entusiasta que conmemoraba el año nuevo, la fiesta de Purim (que en babilonio significa suerte). Esta fiesta nacida en Persia y adoptada por los babilonios, fue también muy bien acogida por los judíos allí deportados. Cuando después
del exilio regresan a su patria, lo hacen trayendo esta fiesta la cual se hace muy popular y se propaga por toda Judea.

»Pero las autoridades judías al ver que era una festividad pagana que no rendía honor a Yahvé ni ningún hecho religioso, y que tampoco había sido mandada por Moisés, deciden erradicarla.

»Ante esta situación, para el año 250 antes de Cristo, un judío anónimo decide componer el libro de Ester. Por eso su trama trata del tiempo en que los judíos que vivían en Persia habían sido condenados al exterminio por un hombre llamado Amán que había echado la suerte contra ellos, pero que gracias a la intervención de Ester y Mardoqueo, su suerte cambió y no se pudo llevar a cabo dicho exterminio.

»De esta manera, el Purim, de una fiesta pagana que conmemoraba el año nuevo se cambió y se convirtió en una fiesta que conmemoraba el cambio de suerte por el que los judíos no fueron exterminados.

»Pero sucedió que como el libro no mencionaba para nada a Dios; Mardoqueo y Ester parecen figuras no muy religiosas: no se les ve orando, ni haciendo sacrificios ni cumpliendo la Ley; y otras incoherencias más contrarias a las tradiciones judías, se optó por no incluirlo dentro del cano bíblico.

»Para el año 150 d.C. se hace otra revisión del Texto Sagrado y esta vez sí se aceptó como inspirado el libro del Eclesiastés, pero no así el de Ester. Pero el clamor del pueblo se hizo sentir, pues no podían permitir que el libro que avalaba la fiesta del Purim quedara fuera del canon bíblico. Así las cosas hasta que para el año 200 d.C., los rabinos, aún con grandes diferencias entre ellos, terminaron aceptando a Ester como libro inspirado. Lo curioso del caso es que, mientras el libro de Ester se escribió para salvar la fiesta del Purim, resulta ahora que dicha fiesta salvó el libro de Ester, evitando que éste quedara fuera del canon judío.

»Y es esta colección iniciada para el año 80 después de Cristo y terminada en el año 200, la que aceptó Martín Lutero y demás reformadores protestantes para su Biblia.

»Cuando el libro de Ester fue traducido a la lengua griega, también ellos se dieron cuenta del vacío religioso de la obra e hicieron algo que los de Palestina no se atrevieron a hacer, añadirle algunos capítulos que llenaran ese vacío.

»Si leemos el libro en la Biblia protestante y luego en la Biblia católica, veremos la diferencia.

»Por eso, mientras el libro de Ester en la Biblia protestante y judía su enseñanza es la manera de cómo fue cambiada la suerte de un pueblo; en la versión griega, versión utilizada por los primeros cristianos y hoy por la Iglesia Católica, su enseñanza es que ese cambio de suerte se debió a la confianza puesta en Dios. Que nuestra "suerte", o mejor dicho, que nuestra vida y porvenir debemos depositarlas sólo en Dios...

--Y esta historia continuará la semana que viene, pues ya vamos a entrar a trabajar -advierte Andrés.

--¡Otra vez! -como siempre, protesta Ana.

--Y que esta vez vas a tener que esperar más tiempo -le asegura Cristal.

--¡Es injusto!

*** *** ***
--Buenos días, Samuel -saluda Aníbal-. ¿Qué te pasa que te veo tan pensativo?

--Es que este fin de semana le pregunté a mi pastor y lo cuestioné sobre cómo me puede demostrar que la Biblia es la única autoridad y en qué se basa para asegurar que ella es la Palabra de Dios. Claro, por poco me come con su mirada, pero Biblia en mano trató de contestar a mis inquietudes, y…

--¿Y qué dijo?

--¿Sabes qué? Pienso que si no encontramos un argumento bíblicamente sólido para contrarrestar las objeciones de los católicos contra la doctrina protestante de sólo la Escritura, creo que estamos en serios problemas.

--Entonces, Samuel, ¿me vas a decir que te estás dejando convencer por las mentiras del diablo?

--¡Pues convénceme tú, y dime en qué ellos están equivocados!

--Ya yo resolví el problema.

--¿Me puedes decir cómo, David?

--Simplemente evitándolo. Si por un camino te encuentras con un peligro, me aconsejó mi pastor, esquívalo y ve por otro.

--Y si no hay otro camino, y ése es el único que hay para llegar al destino deseado, ¡¿qué?!

--Simplemente evítalo -insiste David.

--Déjame ver si entiendo. Si un católico me sale con una objeción, apoyado fuertemente en la Biblia, a una doctrina protestante o si me prueba inequívocamente que una doctrina católica está claramente fundamentada en la Biblia, por lo que no le puedo hallar respuesta ni contradecir, ¿lo mejor sería entonces aceptar la derrota? ¿y aceptar que ellos tienen razón?

--No tanto así. Pero a veces es bueno retirarse un tiempo hasta hallar una salida al aparente atolladero, que entiendo yo, siempre habrá una solución.

--Recuerda que estamos en la verdad y la verdad jamás será vencida -insiste Aníbal.

--La verdad jamás será vencida, eso es cierto, pero la verdad jamás huye de su adversario y lo enfrenta hasta las últimas consecuencias.
»Nosotros, a excepción de Juan, llevamos muchos años en el evangelio y nunca antes nos habían cuestionado tanto y tan profundamente como Francisco. Si ahora nos retiramos, les estaremos dando a entender que tienen razón en todos sus planteamientos…
____________

--¡Hay! ¿Pero que les pasa a ellos que no vienen?

--Déjalos, Ana, no seas impaciente -dice Antonio-. Que resuelvan sus asuntos, y ya veremos...

--Muy bien, Francisco. Hasta ahora has podido demostrar tus afirmaciones. Pero hay un punto por el que creo puedo cogerte…

--Cuidado, Aníbal, no sea que tú mismo caigas en tu propia trampa, y te salga el tiro por la culata -le aconseja Samuel.

--No te preocupes, aquí creo que lo cogí fuera de base.

»Pues bien, Francisco. Tú mismo dijiste la semana pasada que la colección establecida por los rabinos judíos entre los años 80 al 200, es la que adoptaron los reformadores protestantes y, por consiguiente, es la que tenemos hoy en nuestras Biblias.

»Pues te digo que sí. Así es.

»Si el canon de la Biblia protestante es el establecido por las autoridades judías, que es el pueblo de Dios. ¡Escuchaste bien, Francisco! ¡El pueblo de Dios! Y el de ustedes, es decir, la Biblia católica es el de Alejandría o de los LXX, ¿quién te asegura que el canon del Antiguo
Testamento de la Biblia católica es el correcto?

--Pues fíjate, Aníbal. Me has dado la clave para resolver el primer problema con relación a la autoridad extra-bíblica, y es que tu cuestionamiento me da a entender que admites una autoridad capaz de establecer la lista o colección de libros que van a componer, en este caso el Antiguo Testamento. Así, pues, podemos concluir que la autoridad de la Biblia no viene porque ella lo diga, sino por una autoridad externa a la Biblia establecida por Dios que da testimonio de que esos libros son realmente Palabra de Dios.

»Ahora bien, la pregunta clave es: ¿Cuál es esa autoridad? Desde tu punto de vista es la judía…

--Bueno, ¿cuál otra, sino ellos que son el pueblo de Dios? -Responde Aníbal.

--Samuel, ¿tienes tu Biblia a mano? Por favor lee el Evangelio de Mateo, capítulo 21, versículos del 33 al 45.

--Dice: «Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña,… y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon… Finalmente envió su hijo… Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les dijo, ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él… Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos».

--Aníbal, dime -continúa Francisco-, ¿a qué pueblo Jesucristo se refiere que le será quitado el reino para dárselo a otro que sí dé fruto? Silencio.

--Para que estemos más claro, a la hora del almuerzo, para que se lea Efesios 2, 11 al 22.

Ver tercera parte aquí


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