--Te dije que tuvieras cuidado -dice Samuel-. Ahora, después de analizar el texto mentalmente mientras trabajaba, veo el lío en que nos has metido.
--No te preocupes, aún esto no termina -le responde Aníbal.
--Sí. Pues, veamos quién sale trasquilado...
____________
--Cristal, ¿quieres leer de mi Biblia el texto? -dice Francisco.
--¿Y por qué de tu Biblia? -pregunta Aníbal.
--Bueno, ya hemos leído algunos textos de la Biblia de ustedes. Es justo que también utilicemos la nuestra. ¿No es así?
--Es justo -responde Samuel.
Y Cristal da inicio a la lectura.
--«Por tanto, ustedes los que en un tiempo eran paganos de cuerpo, llamados incircuncisos por los que se llamaban circuncisos de cuerpo, recuerden que entonces vivían lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, ajenos a la alianza y sus promesas, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero, gracias a Cristo Jesús los que un tiempo estaban lejos, ahora están cerca, por la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz, el que de dos pueblos hizo uno solo, derribando con su cuerpo el muro divisorio, la hostilidad; anulando la ley con sus preceptos y cláusulas, reunió los dos pueblos en su persona, creando de los dos una nueva humanidad; restableciendo la paz. Y los reconcilió los dos en un solo cuerpo por medio de la cruz, dando muerte en su persona a la hostilidad. Vino y anunció la paz a ustedes, los que estaban lejos y la paz a aquellos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo, todos tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu. De modo que ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los consagrados y de la familia de Dios; edificados sobre el cimiento de los apóstoles, con Cristo Jesús como piedra angular.»
--¿Te das cuenta, Aníbal? -continúa Francisco- Ya no es el pueblo judío, sino todos aquellos que con Cristo a la cabeza formamos un solo cuerpo, que es la Iglesia por Él fundada. Iglesia que Él manda a predicar y anunciar el Evangelio a todo el mundo tal y como vemos en los últimos capítulos de Mateo y Marcos.
»Y que conste que la evangelización de los pueblos paganos se dio en legua griega, no hebrea; por lo que la utilización de los textos del Antiguo Testamento también se dio en lengua griega, y como ya estaban traducidos a dicho idioma en la versión de los LXX, vemos que la mayoría de las citas que en el Nuevo Testamento se hacen del Antiguo Testamento, corresponden a la versión griega. Esta verdad se fundamenta, entre otras, en el hecho de que la lengua del Nuevo Testamento es la griega.
»Y sepan que los sabios, tanto católicos como protestantes saben que de las 350 citas del A.T. que aparecen en el N.T., 300 de ellas corresponden a la versión del canon alejandrino o de los LXX, es decir, la de lengua griega. Versión que Martín Lutero y demás reformadores rechazaron.
»Por eso, cuando San Pablo da su profesión de fe de que toda la Escritura es útil, lo hace refiriéndose a la versión de los LXX, la cual debió utilizar muchas veces para predicar, y como referencia para probar la verdad de Jesucristo como Mesías...
--Yo quiero ver pruebas -insiste Aníbal.
--Hay un caso claro del cual te voy a dar tres textos del A.T. para que los leas; y ya veremos.
--Dice: «Y los hijos de José, que le nacieron en Egipto, dos personas. Todas las personas de la casa de Jacob, que entraron en Egipto, fueron setenta» (Génesis 46, 27).
«Todas las personas que le nacieron a Jacob fueron setenta. Y José estaba en Egipto» (Éxodo 1, 5).
«Con setenta personas descendieron tus padres a Egipto, y ahora Jehová te ha hecho como las estrellas del cielo en multitud» (Deuteronomio 10, 22).
--Aníbal, según los textos leídos, ¿cuántas personas tuvo Jacob y bajaron con él a Egipto?
--Bueno. Dicen setenta personas.
--Luego, es de suponer que todos los judíos (que conocían la Biblia de memoria), tenían constancia de ése dato. ¿Cierto?
--Eso es así. ¿Y qué con eso? ¿Qué es lo que pretendes probar?
--¿Quieres leer Hechos 7, 12-14?
--Dice: «Cuando oyó Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres la primera vez. Y en la segunda, José se dio a conocer a sus hermanos, y fue manifestado a Faraón el linaje de José. Y enviando José, hizo venir a su padre Jacob, y a toda su parentela, en número de setenta y cinco personas.» -¡¿?!-.
--¿Admirado por el dato?
»Según Esteban (quien está narrando), ¿cuántos fueron los que bajaron a Egipto?
--(...)
--Setenta y cinco -responde Juan.
--Pues bien -continúa Francisco.- Si Esteban da ese dato como algo preciso, no es que se haya equivocado. Mucho menos por un dato histórico de esa índole. Sino porque tal dato sólo se encuentra en la versión de los LXX, o versión de Alejandría; y, como hemos visto, no en la hebrea (la cual asegura que fueron setenta las personas que entraron en Egipto).
»Luego, el dato de setenta y cinco personas suministrado por Esteban (uno de los primeros siete diáconos y primer mártir de la Iglesia), dato tomado de la versión griega, es evidencia que la comunidad cristiana del primer siglo, su versión bíblica de referencia para el conocimiento y predicación de las promesas mesiánicas cumplidas en Cristo, era la de los LXX o también conocida como de Alejandría.
»Por eso, cuando el nuevo Pueblo de Dios, es decir, la Iglesia decide establecer el canon del Antiguo Testamento, lo hace utilizando el testimonio de los apóstoles y primeras comunidades cristianas y no el de las autoridades judías, constituyendo así el canon del Antiguo Testamento de la versión griega (que incluye los 39 libros de la versión Palestina, más siete libros y varios capítulos en los libros de Ester y Daniel).
»Así, pues, mientras los protestantes se aferran a la autoridad judía, que desde la fe cristiana fundamentada en Cristo, ya no poseen dicha autoridad, para admitir en su Biblia la versión de Palestina; la Iglesia fundada por Jesucristo, desde las primeras comunidades cristianas, con la autoridad que Cristo le dio, acogen como Palabra de Dios la versión griega de los LXX.
»Y te pregunto, Aníbal, con la misma pregunta que me hiciste esta mañana: ¿quién te asegura que el canon del Antiguo Testamento de la Biblia protestante es el correcto? Y voy más: ¿sobre qué autoridad te apoyas? ¿La judía? ¿O la de la Iglesia primitiva, la que Cristo fundó y de la cual ustedes tanto hablan, y sobre la cual Jesús delegó el poder y la autoridad de atar y desatar? Si no me crees, dirígete a Mateo 16, 18-19 y 18, 18.
--Sí, pero, ¿por qué en la Biblia Católica, el Antiguo Testamento, veo que también aparecen que fueron setenta personas, y no setenta y cinco? -cuestiona Samuel.
--Porque la Iglesia Católica no está cerrada a la verdad y realidad de las cosas. Ella también utiliza en sus traducciones la versión hebrea, por ser el idioma original de la Biblia del A. T. Y ello sin restar autoridad de la versión griega que fue traducida del hebreo.
»Y para concluir esta parte sobre la Iglesia como pueblo de Dios, Samuel, ¿quieres leernos, por favor, en primera de Pedro, capítulo 2, versículos 9 y 10 de tu Biblia?
--«Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.»
--Como ven -insiste Francisco-, San Pedro trata a la Iglesia como el pueblo adquirido por Dios: los que antes no eran su pueblo, ahora lo son. Y en todo el Nuevo Testamento se entiende que la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, con la debida autoridad.
--Sí, pero, aún creo que quedan algunas lagunas que aclarar -dice Juan.
--¿Cómo cuáles? -pregunta Francisco.
-- Te reto a que me demuestres dónde dice la Biblia que ella no es la única autoridad. Que ella no contiene toda la verdad revelada.
--Si lo dijera, ¿estarías tú dispuesto en aceptar que ella no es la única fuente de la revelación? Y si ella no es la única autoridad, ¿estarías dispuesto en admitir que esa otra gran parte de la revelación, no contenida en la Biblia, se encuentra en la Iglesia?
»Te pregunto porque, debes saber que si te demuestro afirmativamente la postura católica contra la protestante, deberás en conciencia aceptar que la Iglesia Católica tiene razón en todas sus doctrinas y enseñanzas.
--Juan -advierte Samuel-, creo que estás comprometiendo mucho e indirectamente nos estás comprometiendo a nosotros.
--Bueno -dice Luis-, ya el reto ha sido lanzado, y creo que si hecha
para atrás…
--Pues bien, Juan, acepto el reto. Y como ya vamos a entrar, creo que lo vamos a tener que dejar para mañana.
--¿Hoy no protestas, Ana? -pregunta Cristal.
--Ya me acostumbré.
*** *** ***
--El que la Biblia diga claramente que ella no contiene toda la verdad revelada -comienza a explicar Francisco- se desprende, como ya mencioné, de que Cristo no mandó a sus apóstoles y discípulos a escribir, sino a predicar. Si Cristo hubiese querido que todo cuanto Él enseñó quedara consignado por escrito, lo lógico es que hubiese mandado a sus apóstoles a escribir. ¿No lo creen así?
»Solamente varios de los apóstoles y discípulos fueron los que consignaron algo de las enseñanzas de Cristo…
--Objeción -interrumpe David-. La Biblia sí contiene todo lo que Cristo enseñó, de lo contrario no sería la única autoridad a la cual atenernos.
--Pues bien, David, fíjate en esto. Con tu objeción has manifestado la postura y doctrina protestante, base y fundamento de toda su teología. Sin ese principio de que la Biblia contiene todo lo que dijo Cristo, el protestantismo se viene abajo, y esto sí que es muy serio. Pero para el que sin saber pretende jugar con fuego, sépase que a la larga se va a quemar.
»Pues bien, es el mismo San Juan quién nos asegura que no todo lo que Cristo dijo e hizo fue escrito, puesto que si se escribiera todo lo que Él dijo e hizo, no habría lugar en el mundo para tantos libros. Esta confesión de San Juan está en su Evangelio en los capítulos 20, 30-31 y 21, 25.
»Aunque suene exagerado, con ello el apóstol Juan nos quiere indicar la imposibilidad de que se haya escrito todo lo que Jesús hizo y dijo.
»También es el mismo San Juan quién manifiesta en su segunda carta, que aunque le quedan muchas cosas más por escribir, no lo ha hecho en papel y tinta, sino que quiere expresarlo a viva voz cara a cara. Vean segunda carta de San Juan, versículo 12.
»Así, pues, tenemos testimonios de que no todo lo revelado por Cristo y sus apóstoles fue escrito, por lo que tuvo que ser transmitido de otra manera…
--Sí, pero, ¿cuál fue esa otra manera? -pregunta Aníbal.
--Primeramente te aclaro que los textos anteriores echan por tierra y desbaratan la idea de que todo lo que dijo Jesús está contenido en la Biblia. Y si no todo lo que dijo Jesús está en la Biblia, ¿dónde está?
»Pues, muy fácil. La misma Biblia nos dará la respuesta. ¿Por qué no lees la segunda carta de Pablo a los Tesalonicenses, capítulo 2, versículo 15?
--Veamos: «Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.»
--Si te fijas bien -insiste Francisco-, la transmisión de la doctrina que se ha aprendido, en palabras de San Pablo, se da de dos maneras claramente definidas: la escrita (por carta), y la oral (por la palabra transmitida de boca en boca que la Iglesia traduce por tradición).
»Así, pues, es la misma Biblia quién nos da la razón en cuanto que existe otra vía, otro medio por el cual se ha transmitido la verdad revelada: la palabra oral o tradición.
»Y si tienes dudas y para que veas que no es una interpretación gratuita de la Iglesia, ¿por qué no lees a segunda de Timoteo 2, 2?
--Veamos: «Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.»
--Fíjate bien, San Pablo no manda a Timoteo, que es presbítero, o sea, sacerdote de la Iglesia a escribir, sino que lo que él aprendió de boca de Pablo lo transmita a otro capaz a su vez de enseñar a otro. ¿No es esta una forma de tradición mediante la cual se está transmitiendo la doctrina cristiana? Pues sí.
»Pero aún hay más. David, ¿quieres leer Romanos 10, 17?
--Samuel, ¿quieres leer tú? -dice David.
--¿Pero… tienes miedo? -interroga Ana.
--¡Upsss! ¡Qué va a leer, si le derribaron su postura a favor de que todo lo que dijo Jesús está en la Biblia! -dice Antonio.
--Esta bien, yo leeré, pero será para después, puesto que ya vamos a entrar -dice Samuel.
*** *** ***
Comienza leyendo Samuel: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios».
--Fíjense que interesante -continúa Francisco-, San Pablo no dice que la fe es por leer, y el leer la palabra de Dios, sino por el oír esa palabra, y esa palabra Pablo pudiera estar refiriéndose a 2 Tesalonicenses 2, 15, o como más tarde aconsejara a Timoteo según el texto que hemos leído esta mañana.
»Pero hay más. Samuel, ¿quieres continuar leyendo 1 Corintios 11, 2?
--«Os alabo, hermanos, porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones tal como las entregué».
--Si nos atenemos a la enseñanza de San Pablo ya expresada en los textos anteriores, es de suponer que Pablo está refiriéndose aquí (y el texto así lo da a entender claramente en su versión griega -recuerden es la lengua usada en el Nuevo Testamento-) a lo que se transmite oralmente.
»Pero sigamos, que hay más. ¿Quieres leer Aníbal en 2 Tesalonicenses 3, 6?
--Dice el texto: «Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros».
--Respóndeme Aníbal o Samuel o David, ¿cómo y de qué forma o manera ellos recibieron tales enseñanzas si aún no existía el Nuevo Testamento y sólo se usaba el Antiguo Testamento como referencia para apoyar la verdad de que Jesús es el Mesías, y así poder anunciar el Evangelio de Jesucristo que aún no estaba escrito o empezaba a escribirse?
»Así pues, según la doctrina de San Pablo, estas enseñanzas se daban a viva voz y se transmitían de boca en boca.
»Y eso no es todo. Yo he querido que estos textos fueran leídos con la Biblia protestante para que vean que yo no estoy prejuiciado, e incluso tengo una Biblia Protestante. Pero hemos de saber que en el texto original que está en lengua griega, las veces que en la Biblia protestante habla de doctrina, enseñanza, instrucciones, el texto griego utiliza una palabra: paradosis, que la Iglesia Católica traduce como tradición (es la forma activa de lo que se transmite como de mano en mano).
--Sí, pero, ¿cómo sabemos que esa es la traducción correcta -pregunta Aníbal.
--Bueno, la Biblia protestante traduce esa palabra en Mateo 15 como tradición, pero para condenarla…
--¡Qué bonito! -añade Cristal-. Mientras en un texto la traducen como tradición para condenarla y con ello condenar la Tradición de la Iglesia Católica; en otros la traducen de manera diferente para evitarla y así no verse obligados a admitirla. Eso no es ser sincero.
--Pero hay más -continúa Francisco-. Cristo mismo le aseguró a sus apóstoles que Él tiene muchas cosas más que decirles, pero no puede enseñárselas todavía, pero que cuando venga el Espíritu Santo les mostrará la verdad total. Pueden verlo en el Evangelio de Juan capitulo 14, 26 y 16, 12 al 13.
»Así, el Espíritu Santo es el que se va a encargar de revelar todas las verdades de la fe cristiana que estarán contenidas tanto por escrito (por carta como dice San Pablo), como por lo oral (la palabra que se transmite de boca en boca como hemos visto en los textos anteriores).
--Yo sigo insistiendo que la Biblia contiene toda la verdad que debemos saber y creer -enfatiza David.
--¿Entonces nos quieres decir que no crees en la Biblia? -le cuestiona Cristal.
--No es eso lo que quiero decir.
--No es eso lo que quiero decir -burlonamente repite Ana- ¿Entonces, qué es lo que quieres decir?
--Ahora estoy confundido con los protestantes -dice Luis-. Quieren por un lado que se les pruebe por la Biblia la postura católica; los católicos, Biblia en mano, prueban hasta la saciedad que tienen razón, pero ustedes no les creen a ellos… Corrijo, no le creen a la Biblia, y continúan insistiendo que la Biblia es la única autoridad a la que atenerse. ¿En qué quedamos?
--Aníbal, Samuel, David, Juan -continúa Francisco-, les hago una pregunta parecida a la que les formulé los otros días: ¿Sobre quién Cristo ha depositado la legítima autoridad? ¿Sobre la Biblia o la Iglesia?
--Sobre la Biblia -rápidamente dice David, quien a su vez es respaldado por Aníbal, mientras Samuel y Juan se quedan pensativos.
--¿Dónde dice la Biblia que Cristo ha depositado su autoridad sobre la Biblia? -continúa preguntando Francisco.
--Es que Cristo no lo tiene que decir; simplemente es -asegura David.
--Y vuelves otra vez con tu mismo y flojo argumento -le señala Cristal-. ¿No tienes otra salida mejor que esa?
--O sea, aquí el principio protestante de que tiene que estar en la Biblia para que sea verdad, si no está en la Biblia es falso, ¿no funciona? -cuestiona Francisco.
»Pues voy a darles otro argumento incuestionable sobre quién tiene la legítima autoridad. Pero eso será para mañana.
--No sé para qué, si por lo que veo no admiten lo que la misma Biblia enseña -añade Antonio-… Ah, claro, ya me acordé, es que como lo decimos los católicos…
*** *** ***
--Aníbal o David -comienza Francisco a hablar-, continuando con lo de ayer, respóndanme lo siguiente. Esos 27 libros de la Biblia de ustedes, que componen el Nuevo Testamento, ¿quién les asegura que son realmente obra de los apóstoles y discípulos de Cristo? Y no me vengan con que la fe o el Espíritu Santo en nuestros corazones. Quiero que sean sinceros y objetivos, no utilicen eso como excusa o escape del atolladero.
--¡Uff! ¡Qué preguntita! -se expresa Luis.
--Bueno, la iglesia primitiva fue la que se encargó en transmitírnoslos -asegura Aníbal.
--En eso estamos de acuerdo -responde Francisco-. Pero te falta un elemento que es el que nos dará seguridad de que efectivamente eso son los libros que escribieron los apóstoles y discípulos de Cristo, y por lo tanto inspirados por el Espíritu Santo.
--¿Ah, sí? ¿Cuál?
--Para dar con la respuesta correcta, comencemos aclarando lo siguiente -prosigue Francisco-. Desde que se escribió el último libro que iba a componer la Biblia, el Apocalipsis de Juan o libro de las Revelaciones, para finales del siglo primero, y a lo largo de tres siglos, no hubo unanimidad en cuanto a la cantidad ni cuáles eran realmente los escritos de los apóstoles y discípulos del Señor. Esto creaba una gran confusión, puesto que mientras unos admitían libros como el «Pastor de Hermas», la «Epístola de Bernabé» o los «Hechos de Pablo» y otros muchos más; hubieron quienes sacaban de sus listas libros tales como el «Apocalipsis» (que por cierto, este ha sido uno de los de mayor dificultad a la hora de admitirlo como libro inspirado), la «Segunda Carta de Pedro», la de «Judas» y otros. Entonces, ¿quién en definitiva tenía la razón?
--¡¿?!…
--Es por eso que ante esta confusión, la Iglesia decide reunirse por primera vez para solucionar el problema. Así lo hace, y en el Sínodo en Roma del 382, nada menos que el Papa San Dámaso I (366-384) convoca a los obispos de la cristiandad para que establecieran una lista oficial. Así lo hicieron. Revisaron la Tradición oral y escrita basados en el uso de los textos que hicieron los Santos Padres de la Iglesia primitiva, y así establecieron la lista de 27 libros que iban a componer el Nuevo Testamento. Lista que fue confirmada y aprobada por el Papa.
»Más tarde, para agosto del año 393, el Concilio III de Hipona y luego el Concilio de Cartago, en octubre del 397, bajo el gobierno del papa San Siricio (384-399) confirmaron dicho "canon" o lista oficial del Nuevo Testamento.
»Lo interesante de esto es que para esa época sólo existía la Iglesia Católica Apostólica y Romana, y fue la Iglesia Católica la que nos legó y a quien debemos el que tengamos hoy los 27 libros que componen el Nuevo Testamento y que millones de personas (católicos y protestantes, cristianos y no cristianos, creyentes y ateos) puedan leer y meditar.
»Así, pues, en base a esta realidad, ¿sobre qué autoridad se basan ustedes para enseñar lo que enseñan? ¿sobre la Biblia, en este caso el Nuevo Testamento? Muy mal parados los veo.
»Si la Iglesia Católica Apostólica y Romana es la Gran Ramera, la Sinagoga de Satanás y el instrumento del diablo para engañar al mundo, como ustedes dicen y aseguran y no se cansan de pregonar, ¿quién les asegura a ustedes que esos libros del Nuevo Testamento, que tanto se afanan de propagar no son en realidad falsificaciones impuestas por la iglesia del diablo para engañar a la humanidad?
--¡Upff! Creo que la cosa se ha puesto al rojo vivo -dice Luis-. Y veo que a los protestantes se les cayó el mango para agarrar el salten.
--Lo otro interesante -continúa Francisco- es que los historiadores protestantes generalmente al hablar de este hecho tan importante dentro de la historia de la Iglesia, tratan de ofuscar esta realidad cuando mencionan que fue la "iglesia cristiana" la que se encargó en formar dicho canon.
--¿Y no fue así? -cuestiona Aníbal, tratando de buscar una salida al atolladero-. Creo que esa es la verdad histórica.
--Sí, fue la Iglesia Cristiana. Pero, ¿cuál iglesia cristiana? Aquí es donde está el engaño y la confusión. Sabemos como verdad histórica que esa Iglesia Cristiana es la Iglesia Católica, pero al mencionar como autora del hecho a la "iglesia cristiana" sin definir ni identificar cuál, sino de un modo general, con ello pretenden incluirse ellos, aunque no hayan existido en esa época.
--Sí, pero, si no existieron para esas fechas -pregunta Luis-, ¿cómo y de qué manera se pueden incluir en tal acontecimiento?
--Por un sofisma…
--¡¿Por quién?! -pregunta Ana.
--Por un sofisma, el cual consiste en un "argumento aparente con que se quiere defender lo falso" -explica Francisco-, el cual consiste en decir que todo el cristianismo actual es descendiente directo del cristianismo primitivo. Así, de esta manera, pretenden ser parte de algo a lo cual no aportaron absolutamente nada.
--Yo creo que tú estás muy mal en tu juicio -dice Aníbal-.
--El simple hecho histórico de que el protestantismo y sus múltiples ramificaciones, la iglesia Anglicana con sus tantas divisiones, las iglesias ortodoxas y un sin fín de sectas auto-llamadas cristianas, se originaron, directa o indirectamente, al separarse de la Iglesia Católica, las descalifica como herederas directas del cristianismo primitivo. Sí, son herederas indirectas porque salieron del catolicismo, la cuál es la única que, no solamente ha heredado del cristianismo primitivo, sino que ella contiene y es la continuidad no interrumpida del cristianismo primitivo. Como bien dice la Iglesia en el Concilio Vaticano II, que la Iglesia primitiva pervive hoy en la Iglesia Católica Apostólica y Romana.
--Es como cuando alguien no es invitado a una fiesta, pero se auto-invita y luego se sirve con la cuchara grande -se expresa Ana.
--Algo así -la apoya Francisco-. La verdad histórica es que sólo en esta fiesta quién preparó el banquete e hizo el biscocho fue la Iglesia Católica Apostólica y Romana guiada por el Espíritu Santo, única con la debida autoridad de su fundador, Jesucristo, para predicar y propagar el Evangelio.
--Aunque sea cierto lo que acabas de decir, eso no prueba que la Iglesia sea infalible -se anima a decir Aníbal.
--¡Vaya! ¡Qué salida tan floja! -dice Cristal-. En eso sí que son unos expertos. Se ve y se nota la falta de sinceridad para aceptar la verdad. Pues te aseguro que lo dicho por Francisco es verdad, y como prueba de ello, ahí tenemos a los enemigos de la Iglesia Católica como Dan Brown y su novela, "El Código Da Vinci", quien se vale de ese dato histórico para atacar a la Iglesia, a la Biblia y al mismo Jesucristo. Y no solamente eso, sino que dan la impresión de que la Iglesia Católica es la única Iglesia cristiana.
--Y hablando de la verdad -pregunta Francisco-, Aníbal, ¿me puedes decir cuál es la columna y el baluarte de la verdad?
--Pues, la Biblia -rápidamente contesta David.
--¿Estás seguro? -insiste Francisco.
--Completamente seguro. Tanto es así que si me demuestras lo contrario de forma inequívoca y sin interpretación alguna de texto, mañana me hago católico.
--¡Upss! Si con lo que se ha dicho hasta ahora, aún así continúan renegando y esquivando la verdad -manifiesta Cristal-, dudo mucho que cumplas con esa promesa.
--Mira David, que te estás comprometiendo muy seriamente, y la palabra de Dios es para cogerse muy en serio -le advierte Samuel.
--¡Bah! Aquí no hay nada, y si existe algún texto es interpretándolo.
--O sea, ¿que las interpretaciones no valen? -cuestiona Antonio-.
Entonces, ¿por qué ese afán de que se les crea lo que dicen y lo que enseñan con tanta pompa y ruido? A la verdad que a ustedes no hay como entenderlos.
--Sí. Yo los entiendo -manifiesta Ana-. Es que cuando la verdad no asoma por el horizonte de sus objeciones y afirmaciones, y, como decía mi abuelita: "no aparece ni por los centros espiritistas", se inventan una serie de piruetas y carambolas que parecen estar en una presentación de circo…
--Vaya salida la de esta niña -dice Luis.
--Sigamos, pues -insiste Francisco-. David, dime, ¿por qué la Biblia en primera de Timoteo, capítulo 3, versículo 15 dice y asegura que es la Iglesia? Y te puedo asegurar que no es una interpretación.
En esto la expresión de David cambia.
--¿Quieres leerlo, Samuel?
--Dice: «Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.»
Todos a la vez se quedan mirando a David, quién con su acostumbrado "hijos del diablo, me han engañado", se aleja rápidamente de ellos.
--Si es la Iglesia -continúa Francisco-, como lo confiesa la misma Biblia, debemos concluir que la autoridad suprema, encargada por Dios para establecer y decir y dar testimonio de la verdad revelada y de que la Biblia es Palabra de Dios, es la misma Iglesia. ¿Y cuál es esa Iglesia? Pues no pueden ser todas las iglesias ni cualquier iglesia, sino sólo y exclusivamente la Iglesia que nos legó el Nuevo Testamento y que Cristo fundó, por supuesto, el cual será tema para otra ocasión.
--¡¡¡Sííí!!! -se expresan emocionadas Ana y Cristal.
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