LA IGLESIA QUE CRISTO FUNDÓ ES JERÁRQUICA III

Tercera parte

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--Muchachos, este fin de semana he estado hablando con mi pastor y me ha dado un texto formidable para debatir y contrarrestar las afirmaciones y pretensiones de los católicos -dice con ánimo de seguridad, David.

--¿Sí? ¿Cuál es? -le pregunta Aníbal.

--En Hebreos 7, 11 al 28, se dice que Cristo fue constituido como único y eterno Sacerdote, y que todos los demás sacerdotes quedan abolidos para siempre. Según el texto ya no son necesarios los sacerdotes, por lo tanto, el sacerdocio católico está de más y va contra la misma Biblia.

--Pero, ¿qué relación tú le encuentras con lo que se ha debatido hasta ahora? -cuestiona Samuel.

--Bueno, la iglesia católica llama sacerdotes a sus dirigentes y, siendo que el sacerdocio ha sido abolido por Cristo, no tienen, por tanto, ninguna relación con la supuesta jerarquía bíblica.

--Creo que es un buen punto a nuestro favor… -manifiesta Aníbal.

--Si es que los católicos no lo derriban aclarando el sentido del texto, y con otros textos paralelos -añade Juan.

--Te aseguro, Juan -dice David-, que esta vez no hay por donde agarrar este sartén. Y te aseguro que se van a quemar.

--Bueno, hasta ahora lo que se ha demostrado es todo lo contrario, y creo y pienso que esta no será la excepción.

--¡Uff! Veo que ya casi te han convencido los católicos -dice David a Juan.

--Pues fíjate. Si los católicos logran derribar tu argumento basado en este texto, como lo han hecho con los demás, creo que tomaré muy en serio el dar ese paso…
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--Veo David, que no has aprendido ni entendido nada acerca del mensaje bíblico y lo que es estar abierto a la verdad de la Biblia -objeta Francisco-. Si tú pretendes asegurar que porque en la Biblia fue abolido el sacerdocio, hay que concluir por fuerza que el sacerdocio católico fue también abolido… ¡Qué poco sabes tú y tu pastor de la Biblia!

»Además, si pretendes utilizar un texto para tratar de desautorizar y derribar la autoridad de otros innumerables textos, para con ello justificar la posición protestante, mal te veo tratando de contradecir la Biblia con la misma Biblia.

»Y aquí me voy a tomar un poco de tiempo, así pues, paciencia.

»Vemos como, ignorantemente o a sabiendas, los textos bíblicos son manipulados de tal forma para hacerles decir lo que no quieren decir. Allí se habla expresamente del sacerdocio de la Antigua Ley (vean el vérsiculo 11), cargo ocupado por los hijos de Levi, que constantemente tenían que ofrecer sacrificios por los pecados, tanto por ellos mismos como por el pueblo. No así Cristo, quien fue constituido «sacerdote para la eternidad, a semejanza de Melquisedec» (Hebreos 7, 17).

»En el versículo 24 del mismo texto se lee (y leo de la Biblia Reina-Valera: «...mas éste (refiriéndose a Jesús), por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable;...» Y ustedes, en sus interpretaciones contra el sacerdocio católico, añaden que ningún otro sacerdote lo reemplazará. Y así deducen con ello que el sacerdocio católico viene sobrando, está de más pues pretende sustituir al de Cristo. Pues, bien, aclaremos.

»Primero. No podemos dejarnos llevar por los términos: sacerdote, pastores, ministros… puesto que son nombres con los cuales se quiere identificar un cargo en la Iglesia cuya función es ser representante de Cristo. Para los católicos, el hombre llamado y consagrado para ejercer dicho cargo es llamado sacerdote, pues él es el encargado por Dios para ofrecerle oraciones y el culto legítimo y público de la Iglesia.

»Que ustedes los protestantes no quieran creer en la sublime realidad y verdad de nuestro culto, eso no cambia para nada la verdad y realidad de nuestros dirigentes.

»Segundo. El sacerdocio católico se fundamenta en el Sacerdocio de Cristo quien le da su razón de ser. Además, San Pedro llama a los miembros de la Iglesia sacerdotes de Cristo: «Ustedes pasan a ser una comunidad de sacerdotes que, por Cristo Jesús, ofrecen sacrificios espirituales y agradables a Dios» (1Pedro 2, 5).

»Si a todos los miembros de la Iglesia, San Pedro los llama sacerdotes (que la Iglesia Católica llama sacerdocio común de los fieles) llamados a ofrecer «sacrificios espirituales y agradables a Dios», ¿cuánto más el sacerdocio ministerial de la Iglesia como los legítimos sucesores de los apóstoles?…

--¡¿Sucesores de los apóstoles?! ¡Ja! Eso sí que no lo creo -dice David.

--A pesar de tus protestas, David -dice Cristal-, lo que sí es cierto es que todos tus textos interpretados para atacar la verdad católica, han resultado estar a favor de la Iglesia Católica.

--¡Bah! -se queja David.

--Bueno, continúo -dice Francisco-, que el tiempo corre y no se detiene.

»Tercero. El sacerdote católico fue designado por Dios para ofrecer el Sacrificio Santo y agradable a Dios (no otro sacrificio, sino el mismo realizado por Cristo en la Cruz), cumpliendo con ello el deseo de Cristo:

«Que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, y después de dar gracias lo partió, diciendo: “Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.” De la misma manera, tomando la copa después de haber cenado, dijo: “Esta es la Nueva Alianza en mi sangre. Siempre que beban de ella, háganlo en memoria mía.”» (1 Corintios 11, 23-25). El texto es sumamente claro e indica y señala de un modo inteligible que Jesucristo manda y, en cierto modo, ordena que lo que él acababa de realizar, ellos, los apóstoles, debían también realizarlo como memorial, es decir, traer al presente de la celebración, aunque de un modo incruento, el momento histórico de su Pasión y Muerte en cruz, y la consecuente manifestación gloriosa de su Resurrección. Eso es la Santa Misa: la repetición del único y eterno sacrificio de Cristo por la remisión de los pecados de la humanidad. No es otro sacrificio, ni mucho menos un sacrificio añadido al de Cristo ni al modo de la Antigua Ley.

--Todo eso son mentiras -se queja David-. Además. Cristo está hablando simbólicamente.

--Pues, ¿dime en qué parte de este texto (o de los evangelios) Cristo da a entender que está hablando en forma figurada?

--Bueno, cuando dice: «hagan esto en memoria mía», se ve claramente que lo que está realizando es un símbolo.

--A la verdad que ustedes para salir bien se agarran de cualquier cosa. El «hagan esto en memoria mía» de ninguna manera expresa o da a entender que lo manifestado anteriormente sea un acto simbólico, sino que expresa el deseo y el mandato (mandamiento) de que lo que Cristo ha realizado, como el establecimiento de la Nueva Alianza y el modo como ésta se realiza por medio de un único y eterno Sacrificio (que a diferencia de la Antigua Alianza que se realizaba y se renovaba por los sacrificios de animales), sea perpetuado en su Iglesia por medio de la realización actual del único y eterno sacrificio de Cristo en la cruz como renovación del Nuevo Pacto establecido por Dios, a través de su único Hijo.

--O sea, que Cristo se va a estar sacrificando infinidad de veces -interpreta Aníbal.

--¡¿?!

--Vuelvo otra vez -trata de aclarar Francisco-. Sólo es un solo y único Sacrificio: el de Cristo en la cruz del Calvario por la remisión de los pecados. La Santa Misa es la repetición actual y en este momento histórico del único y eterno Sacrificio de Cristo hacen dos mil años. No es otro, sino el mismo.

»Es por eso que a nuestros pastores les llamamos sacerdotes, porque son los encargados de llevar a cabo y cumplir el deseo y mandato de Cristo de «hagan esto en memoria mía». Eso es lo que significa esta expresión, y de ningún modo expresa un acto simbólico.

--Pues a mí no me convences -se expresa David.

--Pues para tu desgracia, contigo no pretendo continuar perdiendo el tiempo. Así que, continuemos.

»Cuarto. Es en la Santa Misa donde se cumple la profecía de Malaquías: «Desde donde sale el sol hasta el ocaso, en cambio, todas las naciones me respetan y en todo el mundo se ofrece a mi Nombre tanto el humo del incienso como una ofrenda pura. Porque mi fama se extiende por todos los países, sostiene Yahvé de los Ejércitos» (Malaquías 1, 11). Así, el sacerdote católico viene a cumplir la profecía al ofrecer a Dios «el humo del incienso» --la oración de la Iglesia (para referencia ver Apocalipsis 5, 8 y 8, 3-4)--, y «una ofrenda pura», la víctima del único y eterno Sacrificio: Jesucristo, Hostia viva y veraz.

»De esta manera el sacerdote católico ejerce un verdadero y auténtico sacerdocio que emana del único y eterno Sacerdocio de Cristo y que, como bien dice San Pedro, son «sacerdotes que, por Cristo Jesús, ofrecen sacrificios espirituales y agradables a Dios».

--Y el quinto será para el medio día, pues ya se acabó el tiempo -advierte Luis.

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--Continuando donde nos quedamos esta mañana -comienza Francisco-, prosigo con la aclaración del texto de Hebreos.

»Quinto. Ustedes, los protestantes, no quieren admitir el pastoreo de nuestros sacerdotes en la única y verdadera Iglesia de Jesucristo, la que Él fundó, pero se aferran a la autoridad y pastoreo de sus ministros y pastores que se han adjudicado ellos mismos una misión a la que Cristo no los llamó ni les autorizó realizar.

»Se aferran a la libre interpretación de la Biblia; aseguran y defienden que ella es la única autoridad que hay que creer, pero la realidad es que a quienes dan mayor crédito y credibilidad, más que a la Biblia, son a sus pastores y ministros de sus respectivas iglesia…

--Eso es falso -protestan David y Aníbal.

--¿Te puedes explicar más claramente? -pregunta Samuel.

--Creo que la respuesta se ha dado claramente a lo largo de estos debates -responde Francisco-. Pero, aun así, te aclaro. Si los protestantes tienen razón en sus planteamientos, ¿por qué están divididos? ¿Por qué no se unen conforme al principio de unidad enseñado y predicado por la misma Biblia? (Vean por ejemplo Efesio 4), que en nada se parece ni se asemeja a los pretendidos intentos de unidad como son los concilios de iglesias y otros semejantes. Si se llenan la boca para decir y asegurar que Martín Lutero tenía razón, ¿por qué no se unen a la iglesia que él fundó?

»Por eso, el protestantismo en su forma actual es una clara manifestación de que no están siguiendo la Biblia, sino a aquellos que a lo largo de su historia, por una u otra razón, se han separado de la Iglesia fundada por Cristo para constituir y formar su propia iglesia, hecha a imagen y semejanza de ellos (de su modo de ver, pensar e interpretar la Biblia), no de Cristo.

--¡Upss! Eso sí que duele -manifiesta Luis.

--Yo no estoy de acuerdo con tu planteamiento -objeta Aníbal.

--Lo siento, papá, pero esta es la realidad y verdad de las cosas -añade Cristal-, y te la vas a tener que comer así, aunque no te guste.

--¿Quieres un poquito de azucar? -dice jocosamente Ana-. Tal vez así te la puedas atragantar.

--Bueno, continúo -dice Francisco.

»Sexto. Nuestros pastores, los legítimos sucesores de los apóstoles y, por consiguiente, verdaderos representantes de Cristo en la tierra, son columnas y fundamentos de unidad, principio básico y fundamental en la identificación de la única y verdadera Iglesia de Cristo; mientras que los pastores y ministros de las iglesias separadas son signos de desacuerdos, desordenes y confusión doctrinal, moral y espiritual que ha llevado y degenerado en las múltiples e incontables iglesias y sectas que hoy pretenden, cada una de ellas, ser la Iglesia de Cristo.

»Y para que veas que no estoy exagerando ni hablando en el vacío, continuemos argumentando bíblicamente la verdad y realidad con relación a la jerarquía de la Iglesia fundada por Cristo, por consiguiente, de la Iglesia Católica Apostólica y Romana.

--Esa última afirmación deberás probarla -insiste Aníbal.

--Así será -le asegura Francisco-, pero veamos lo siguiente.

»Ustedes insisten que les pruebe, Biblia en mano, que la jerarquía bíblica tenga o haya ejercido dicha autoridad. Pues bien. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, específicamente en el capítulo 15, hay un caso que nos dará luz al respecto.

»Unos judíos insisten que los paganos convertidos deben circuncidarse si es que quieren salvarse. Luego de una ardua discusión de Pablo y Bernabé contra ellos, estos deciden subir a Jerusalén para entrevistarse con los apóstoles y ancianos para que den su opinión y parecer. Aquí hago un paréntesis: (Vemos que ni Pablo ni Bernabé buscan la Biblia para resolver el problema, todo lo contrario, se dirigen a Jerusalén para entrevistarse con los apóstoles y ancianos. ¿Y por qué lo hacen así? Primero, porque el Antiguo Testamento apoya y manda por ley que todo Israelita, y en este caso, todo Judío tiene que circuncidarse, luego, no pueden usarlo. Segundo, tampoco pueden usar el Nuevo Testamento porque, como sabemos, éste aún no existía. (Y cuando hablo de Nuevo Testamento me refiero a su forma escrita). Así, pues, el argumento de sólo la Biblia aquí no sirve, no va, es invalido. Y tercero, porque es la Iglesia, representada en los apóstoles y ancianos la que tiene la legítima autoridad -atar y desatar- para determinar, establecer y mandar lo que hay que hacer). Cierro paréntesis.

»Así se lleva a cabo lo que fue el primer concilio o reunión de los lideres y representantes de la Iglesia, para solucionar el problema y establecer unas normas de conductas para los gentiles y la Iglesia en general.

»Una vez se establecieron las reglas a seguir, se escribió una carta conteniendo las normas de conducta para la Iglesia.

»Aquí hago otro paréntesis: (Podemos ver claramente cómo los dirigentes de la Iglesia fundada por Jesucristo, hacen uso del poder recibido de atar y desatar para el recto funcionamiento de la Iglesia. Es el ejercicio del poder jerárquico de la Iglesia). Cierro paréntesis.

»Pero lo que nos debe llamar la atención es el siguiente párrafo contenido en dicha carta. Si uno de ustedes lo quiere leer. Capítulo 15, versículos 28 y 29.

–«Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstenéis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis».

--Dos cosas podemos ver claramente reflejadas en este texto -continúa explicando Francisco.
»Primero. Vemos claramente que en la expresión «porque ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias», una clara manifestación del ejercicio de autoridad conferido por Cristo a su Iglesia. Pues es la Iglesia (lo que ustedes aten, lo que ustedes desaten, dijo Cristo), con el Espíritu Santo, la que toma en sus manos las riendas de llevar a cabo la obra de la salvación. Son los apóstoles y los ancianos (presbíteros) los que imponen, ejerciendo la autoridad, unas normas de conducta; normas que la Iglesia en general debe acatar. Si esto no es ejercer la autoridad, ¿qué es entonces?

»Segundo. Si se han fijado bien y tienen la mente bien abierta, posiblemente se habrán dado cuenta de algo sumamente importante y que hecha por tierra la teoría protestante de sólo la Escritura. ¿Saben a lo que me refiero? ¿David? ¿Aníbal? ¿Juan? ¿Samuel?

--No. No soy adivino. Dínoslo tú. Y que sea convincente -se expresa Aníbal.

--De que es convincente, lo es. De que ustedes lo quieran aceptar, eso son otros veinte pesos -aclara Francisco.

»El hecho al cual me refiero es que a lo largo de todo este concilio no se utilizó la Biblia para nada…

--¡¿?!

--A excepción del pasaje expresado por Santiago relacionado a una profecía del Antiguo Testamento, ¿dónde aparece el uso constante y continuo de la Biblia para apoyar, por ejemplo, que ya no es necesario el que tengan que circuncidarse para salvarse? Punto principal que dio pie a la discusión. Como ya mencioné anteriormente, del Antiguo Testamento no pudo ser, pues éste apoya y manda como ley el acto de la circuncisión. ¿Del Nuevo Testamento? Imposible, puesto que éste aún no existía en su forma escrita. ¿De dónde, pues? Fácil: de la autoridad recibida de Cristo, manifestada en y con el Espíritu Santo. Es el ejercicio de la autoridad, del atar y desatar, del que a ustedes escucha, a mí me escucha, mediante el cual los apóstoles toman las decisiones para el recto gobierno de la Iglesia. Y si lo que he expresado no es verdad, que lo prueben.

--Muy bien, la Biblia habla de una autoridad establecida en la Iglesia, pero, ¿dónde tú encajas esa autoridad bíblica con la jerarquía de la Iglesia Católica? -cuestiona Samuel.

--Gran pregunta que espero te sea contestada mañana -aclara Antonio-, pues ya es hora de entrar.

*** *** ***
--Aníbal, David, Samuel -inicia Francisco-, ¿ustedes creen que la Biblia es Palabra de Dios?

--Por supuesto que sí -asegura David.

--¿Ustedes dan fe de que las palabras y promesas de Cristo son infalibles y veraces?

--Con todas las fuerzas de mi corazón -nuevamente confiesa David.

--Y yo lo respaldo -indica Aníbal.

Yo, antes de dar mi respuesta -aclara Samuel-, quiero ver cuál es tu salida. Y no es que dude de la Palabra de Dios, es que en estos debates he aprendido a ser más cauteloso.

--Pues bien, ustedes me exigen que relacione la jerarquía claramente manifestada en la Biblia, con la jerarquía de la Iglesia Católica.

»Pues, comencemos… ¿Qué iglesia posee hoy día una jerarquía igual a la manifestada en la Biblia? Y no solamente hoy en día, sino a lo largo de los siglos de historia desde los apóstoles. ¿Pueden mencionarme una iglesia protestante así parecida?

»Si San Pablo manda que se designen presbíteros o ancianos como obispos para apacentar la Iglesia de Jesucristo, esto es un claro indicio de que se ha constituido una jerarquía en la Iglesia.

»Y ¿cómo se hace esa transmisión de poderes? Pues, la misma Biblia nos lo dice.

»En la primera Carta de Pablo a Timoteo 4, 13-14, leemos: «...dedícate a la lectura, a la predicación y a la enseñanza. No descuides el don espiritual que posees y que recibiste de mano de profeta cuando el grupo de los presbíteros te impuso las manos.»

»Y más adelante, le aclara y le advierte lo siguiente: «No impongas a nadie las manos a la ligera, no sea que te hagas cómplice de los pecados de otro» (1Timoteo 5, 22).

»Es decir, que el medio ordinario y eficaz para transmitir la autoridad recibida de Cristo era y es la imposición de las manos, sobre aquellos que
eran elegidos para tal cargo.
»Ya hemos visto como San Pablo quiere que lo que él ha enseñado se transmita de persona a persona y de generación en generación: «lo que has aprendido de mí, enséñalo a otros capaces de instruir a otros» dice Pablo. Luego hay una intención claramente manifestada en la Biblia de sucesión apostólica…

--No lo creo -manifiesta David.

--¿Cómo tú sabes que es una manifestación clara de sucesión apostólica? -pregunta Samuel.

--Les pregunté hace un rato que si creían en la Biblia como Palabra de Dios, y que si creían que Cristo es infalible.

»Pues bien, Cristo mismo nos da la clave para establecer y conectar la jerarquía bíblica con la jerarquía de la Iglesia Católica.

»Dice él en Mateo 28, 18 al 20... ¿Quieres leer tú mismo en tu Biblia, Samuel?

--«Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

--Pues, bien, voy a desmenuzar este texto que es clave para la recta interpretación y entendimiento de los otros textos ya expuestos, y que tratan del establecimiento y continuidad de la jerarquía en la Iglesia fundada por Jesucristo. Veamos.

--El veamos creo que será para el medio día, pues ya vamos a entrar -advierte Cristal.

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--Continuando con lo expuesto esta mañana -inicia Francisco-, Cristo en su despedida, antes de ascender al cielo, se dirige a sus discípulos y les dice y les manda…

»…Primero: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.» Cristo asegura y deja establecido que su poder no es del orden humano, sino divino, por lo que va a mandar es de orden divino, y por ser un mandato divino éste debe cumplirse a plenitud y sin pausa. Así pues, queda garantizado infaliblemente que dicha orden va a cumplirse a cabalidad. ¿Y en qué consiste esa orden o mandato?

»Continúa Cristo diciendo: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones.» En Marcos 16, 15 también leemos: «Id por todo el mundo y proclamad la
Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.» Y en Hechos 1, 6-8 se dice que «los que estaban reunidos le preguntaron: “Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?” Él les contestó: “A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.»

»Los tres textos que acabo de citar tienen dos cosas en común, y que es clave para aclarar y establecer, con toda seriedad, verdad y realidad, que sí la Biblia enseña la sucesión apostólica, y por ende, la conexión con la jerarquía católica. ¿Saben cuáles son?

--Entiendo yo -inicia Juan- que es el acto de enviar a los discípulos a anunciar y predicar el mensaje de la Buena Nueva…

--Efectivamente. El envío. Es uno de los actos claves por medio del cual Cristo deja establecido, que esa Palabra, la Buena Nueva, el anuncio del Evangelio no es algo que deba quedarse encerrado en las páginas de un libro, sino que esa Palabra, que es una Persona, debe ser manifestada por alguien a los cuatro vientos. Que después hubieron quienes, inspirados por el Espíritu Santo, pusieron por escrito parte importante de esa predicación, no quita ni disminuye el medio ordinario por el que Cristo estableció la manera de anunciar esa Buena Noticia: la Predicación a viva voz.

»¿Y en qué consiste la otra clave?

--Entiendo que ese envío debe cumplirse con el anuncio del Evangelio para todo el mundo.

--Muy bien, Cristal.

»Leemos en Mateo que el envío es para «todas las naciones»; en Marco es «por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación»; y en Hechos dijo Cristo que la predicación ha de comenzar en «Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».

»Luego, si el mandato y deseo de Jesucristo es que esa Buena Nueva llegue a todas las naciones, a toda la creación hasta los confines de la tierra, vemos de un modo muy patente y claro, primero, que los discípulos tienen la obligación de anunciar y predicar la Palabra a todo el mundo; segundo, Cristo sabía y nosotros sabemos que esos, sus primeros discípulos, no podían y, de hecho, no pudieron cumplir con dicha misión; luego, es de suponer y podemos inferir, fuera de toda duda, que Cristo, en su proyecto de envío, tenía delante de sí también a los que a lo largo de los siglos iban a continuar cumpliendo dicho mandato de anunciar el Evangelio a toda la creación. Por tanto, podemos también inferir, a la luz de estas verdades evangélicas, que ha de haber permanencia y continuidad, o sea, la Iglesia jamás dejará de predicar el Evangelio de Jesucristo. Esta verdad la podemos ver de un modo más claro en la promesa que Cristo dio a sus discípulos, y dice así: «he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

»Y les pregunto, ¿esta promesa se ha cumplido o se ha dejado de cumplir?

--Claro que se ha cumplido -confiesa David sin medir palabras.

--Entonces, ¿por qué aseguran que el protestantismo surgió por voluntad de Dios para restaurar la verdad del Evangelio que había sido obscurecido y corrompido por la Iglesia Católica? Si Cristo promete infaliblemente que estaría con su Iglesia todos los días hasta el fin del mundo, ¿de dónde sacan ustedes que el cristianismo primitivo se corrompió, adulteró la doctrina y se apartó de la verdad cuando el Emperador Constantino el Grande dio plena libertad de culto a la Iglesia?

»Y no me miren así, pues esa es la enseñanza que he escuchado en sus predicaciones y he leído en sus libros que tratan del asunto. Con estas mentiras desautorizan la Palabra de Dios escrita y niegan la realidad y verdad de Cristo.

»Así, pues, queda establecido, bíblicamente hablando, que la promesa infalible de Jesucristo es que estará con su Iglesia, ininterrumpidamente (a eso se refiere todos los días), hasta el presente y hasta el fin del mundo. Y como el protestantismo sólo puede llegar hasta Martín Lutero (1517), y antes de esa fecha no existían, la lógica y verdad de la evidencia es que ninguna de las más de cuarenta mil sectas e iglesias no son de Cristo, simplemente porque Cristo no las fundó.

»Y lo mismo puedo decir de la iglesia Anglicana que data desde 1534, fundada por el Rey de Inglaterra Enrique VIII, o las iglesias ortodoxas, que datan desde 1054.

»Sólo la Iglesia Católica Apostólica y Romana puede probar, desde la historia, gracias a montañas de documentos históricos, que su origen se remonta hasta los apóstoles, y de ellos con Jesucristo.

»Y si aún persisten en decir que la Iglesia Católica no puede ser la de Cristo, pues tiremos la Biblia al zafacón y olvidémonos de todo esto, puesto que los protestantes han demostrado que Cristo es falible, o sea, que se puede equivocar, por lo que no nos puede dar seguridad ni confianza de que hemos sido redimidos.

»Así, las cosas, les toca a ustedes elegir a quién van a creer, si a Jesucristo o a Martín Lutero y compañía.

--¡Upsss! Creo que esta vez el golpe ha sido terriblemente desastroso -dice Luis.

--Y si con este golpe mortal no aprenden a coger la Biblia bien en serio, ¿con qué aprenderán? -concluye Cristal.

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